
La vida de Pepa parece una aventura constante, porque hasta la cosa más cotidiana como, pongamos, ir a la revisión del dentista, o hacer algo nuevo como apuntarse a un club de lectura, se convierten, casi con toda probabilidad, en situaciones desastrosas de proporciones épicas. Y casi siempre sin proponérselo. Pepa parece tener la asombrosa habilidad de quitar, en cualquier circunstancia, justo la pieza que hace que todo se desmorone, como si fuera un jenga. La diversión está más que garantizada.