Rossana Dedola
Traducción de Carlos Acevedo
Pontevedra: Kalandraka, 2016
Kalandraka inaugura una nueva colección, Puntos Cardinales, que nace con el objetivo de recuperar el testimonio de grandes autores, ilustradores, editores y otros protagonistas en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil contemporánea: sus inicios, sus retos, sus periplos vitales… El nombre elegido para comenzar su andadura es el de Roberto Innocenti, uno de los ilustradores más importantes del panorama internacional, al que todos recordamos por su trabajo en libros como Rosa Blanca, La historia de Erika, El último refugio o su provocadora versión de Caperucita titulada La niña de rojo.
En el libro, que es una entrevista que realiza la profesora e investigadora Rossana Dedola, encontramos algunas claves para entender mejor su trabajo, muy ligado en ocasiones a su vida personal. Esto lo vemos en la famosa escena de La historia de Erika en la que un bebé es arrojado de un tren en marcha para ponerlo a salvo. Esta imagen hace referencia a un recuerdo de su niñez, cuando Innocenti tenía 4 años y vivía en Florencia con su familia: los soldados alemanes huían ante el avance de los aliados, y en la parte de atrás de uno de los camiones de los alemanes Innocenti se sorprendió al ver una pareja joven con un bebé en brazos, huyendo también. “A pesar de ser un niño, sentí una fuerte angustia y un gran dolor sin llegar a entender bien el porqué”.
También gracias a esta entrevista nos enteramos de cuál fue el primer libro que recuerda de su infancia (Pinocho), o el primero que compró (seguramente uno de Zane Grey), o del primer trabajo que tuvo mientras estudiaba Secundaria en su ciudad natal: mozo en una tienda que vendía artesanía y estampas. Allí, viendo las reproducciones de obras de Leonardo, Caravaggio, Rafael, etc., es donde descubrió que el arte también podía ser un oficio. Y años más tarde tuvo su primer trabajo relacionado con el dibujo, en la editorial Corrado Tedeschi, aunque su labor se reducía a hacer viñetas y pasatiempos. A pesar de no resultar gratificante, se ganaba la vida ejerciendo el oficio que le gustaba, y eso le permitió llegar posteriormente al mundo de la animación, y más tarde al diseño gráfico y la publicidad, un sector que le permitió poner en práctica sus habilidades, y ganarse la vida de manera digna. Una de las creaciones más destacadas de esa época fue el cartel para un festival de cine sobre Pasolini.
En los años ochenta, con un encargo de Etienne Delessert para realizar unas ilustraciones para La Cenicienta, es cuando Innocenti entra profesionalmente en la literatura infantil, aunque en ese momento ya había comenzado un proyecto del que también era autor, Rosa Blanca, que fue rechazado por una editora en la feria de Bolonia por su excesiva violencia. Gracias al entusiasmo de Delessert, el libro fue publicado en Suiza, y posteriormente en todo el mundo, cosechando numerosos galardones. Eso supuso también el comienzo de su relación profesional con la editorial norteamericana Creative Editions, con la que publicaría de ahí en adelante todos sus libros. Rosa Blanca fue el libro que le convirtió en autor, según afirma el propio Innocenti, pero además “rompió con un esquema: que para los niños solo se deban proponer libros con final feliz o con pretensiones educativas”.
Llegaron después Pinocho, Canción de Navidad y La historia de Erika, pero Innocenti aún no tenía un editor en Italia. Ni siquiera era conocido en su país natal hasta que en 1990 tuvo lugar una exposición en el Museo Morandi de Bolonia. Y finalmente, ese año, la editorial C’era una volta se lanzó a traducir Rosa Blanca, que tuvo gran acogida entre bibliotecarios, docentes e intelectuales. Por desgracia, la editorial no duró mucho, y el libro era casi inencontrable en italiano. Fruto de estas experiencias editoriales, Innocenti afirma: “Con un editor italiano no me juntaría jamás en la vida: es un oficio a erradicar. Se dedican a censurar y además son incapaces de exportar a sus autores”.
Sobre su libro más reciente, La niña de rojo, que en su día recomendamos en Babar y que supone una rompedora visión del cuento de Caperucita, comenta: “Como pasó con Rosa Blanca, los adultos con prejuicios ante esta versión de Caperucita Roja, reformulada de esta manera, pensarán sin duda que se trata de un libro que puedeh hacer daño a los niños, que los puede asustar. No se preocuparán del hecho de que ese paisaje, esa publicidad, ese tráfico, esa contaminación, esa violencia, esa fealdad ya rodea a sus hijos todos los días; lo que los sorprende es verlo representado”.
Además de comentar a lo largo del libro su biografía y su bibliografía, Innocenti reflexiona sobre la situación actual de la sociedad, de la ilustración, del arte, del mundo editorial… En ocasiones con mensajes tan contundentes como este: “Si desaparecieran los libros ilustrados, ¿cuánta gente se daría cuenta? Es necesario apartar o arrancar una parte de los beneficios o de las inmensas riquezas acumuladas por unos pocos y aprovecharla en beneficio del crecimiento cultural de la población mundial sometida a ellos”.
Un libro de lectura obligatoria no solo para los seguidores de Innocenti, sino para cualquiera interesado en la literatura infantil. El lector encontrará en él numerosos elementos para la reflexión y podrá conocer de primera mano la historia de la ilustración de finales del siglo XX. Ah, y además se completa con una estupenda galería de imágenes en orden cronológico, desde sus primeros carteles hasta La niña de rojo.
Damos la bienvenida a esta nueva colección, Puntos Cardinales, y confiamos en que nos permita acercarnos a la vida y al trabajo de muchos otros creadores. No sabemos quién será el siguiente, pero esperamos con impaciencia…
Gracias!! excelente artículo….solo esperar con impaciencia que llegue pronto a Chile.
Su mirada y expresión al ilustrar es maravillosa siempre abierta a nuevos descubrimientos y reflexiones para el lector adultos y niños…y jóvenes.