Claude K. Dubois
Traducción de Maribel G. Martínez
Salamanca: Lóguez, 2015
Este interesante álbum de la artista belga Claude K. Dubois nos acerca en primera persona una realidad que por desgracia se ha convertido ya en algo habitual: la guerra, las consecuencias que tiene en la población civil, en los niños, en las familias, y el éxodo de refugiados y víctimas de conflictos armados.
Se publicó en Francia en 2012 (un año después de que comenzara en Siria la guerra civil y la crisis de los refugiados de ese país) en la editorial parisina de la que parte casi toda la obra de Claude K. Dubois, L’Ecole des Loisirs. Tras su publicación, recibió numerosos galardones, entre ellos el Premio Alemán de Literatura Infantil y Juvenil en 2014, y a España llegó el año pasado gracias a la editorial Lóguez.
Acostumbrados a presenciar en los medios de comunicación estas escenas protagonizadas por familias anónimas, llega un momento en el que hace falta poner nombres y no olvidar que los que vemos peregrinando de país en país, buscando una vida normal alejada de las bombas, podríamos ser nosotros. Quizá por eso este álbum lleva un nombre en su cubierta, el de Akim, protagonista de este relato, y ejemplo de los miles de niños que está en su misma situación.
Aunque este sea el tema de este álbum, hay una historia y una tensión narrativa que lo sujeta. Un texto breve, en presente, muy conciso y que se limita a expresar acciones y emociones mediante frases escuetas, sin adornos innecesarios. Un lenguaje desnudo que, cada cinco o diez páginas, acompaña a las ilustraciones, verdaderas narradoras de esta historia. Aunque el texto aclara algunas situaciones que en las ilustraciones sería muy difícil concretar, realmente es un álbum que funcionaría solo con las imágenes.
Como sucedía en el álbum de Gabrielle Vincent Un día, un perro, las imágenes, sin apenas color y reducidas a figuras y escenarios mínimos, retratan una tragedia. En este caso el protagonista es un niño, Akim, que un día ve llegar la guerra a su ciudad. No sabemos por qué, ni quiénes luchan, solo podemos seguir el drama personal de este pequeño junto a su familia, de la que pronto se verá separado. Solo, desamparado, encuentra la protección de adultos que, como él, son víctimas de un conflicto que no han provocado, hasta que finalmente consigue huir a otro país. Lo ha perdido todo, pero al menos ya no está al alcance de las bombas.
La belga Claude K. Dubois maneja otros registros mucho más amables, sobre todo en los libros que ha publicado con textos de Carl Norac (serie Lola, publicada por Océano y Corimbo), pero tanto en esos como en el caso de Akim corre el denominador común es la capacidad de transmitir emociones. Para ello juega con planos cercanos, o elimina cualquier escenario para centrar su atención únicamente en el protagonista. La capacidad el lector de empatizar con Akim no solo se produce al ver sus rostros de dolor, de desorientación, de angustia. También al observar el vacío que le rodea, las ruinas, las muchedumbres anónimas en las que no encuentra a su familia.
El final de la historia, agridulce, está bien resuelto. No es engañoso: la guerra no ha terminado, Akim no ha vuelto a su casa y a su vida normal. Pero aunque ya nada sea igual, hay cosas más importantes que sí es posible recuperar.