Felipe Benítez Reyes
Ilustraciones de Enrique Flores
Anaya, Col. Sopa de Libros
Madrid, 2001
En cada libro hay, quizás, una porción de eternidad: cada frase, cada hecho, pudieron existir antes de que el autor les diera forma y con toda seguridad seguirán existiendo mucho después de su desaparición. Este mensaje que nos envía Felipe Benítez Reyes se asemeja a esos misterios que les eran transmitidos a los hombres en la Antigüedad: pero, a diferencia de ellos, el acto de la lectura de un libro ya no es un misterio apto sólo para iniciados. Todos podemos participar de él al igual que de un texto por cuyas páginas transitan personajes tan fascinantes como ese anciano que vendía libros por los bares nocturnos como si de un traficante clandestino de cultura se tratase; y cuenta con unas ilustraciones en blanco y negro que le aportan un carácter intimista, tanto como lo es el hecho de acercarse a un libro.
Por todo ello, no es éste un texto más; es un emocionante alegato, una declaración de intenciones, un acto de fe en la palabra escrita que solamente puede nacer de quien ama profundamente la literatura.
Leed Los libros errantes. No lo olvidaréis.