El juego de Ender

El juego de EnderOrson Scott Card
Barcelona: Ediciones B, 1987
Premio Nébula 1985 / Premio Hugo 1986

«Naturalmente, era mentira que no dolería nada. Pero como los adultos siempre decían lo mismo cuando algo iba a doler, podía considerar esa afirmación como una predicción exacta del futuro. Algunas veces las mentiras eran más de fiar que las verdades».

En el año 2070 la Tierra ha sufrido dos ataques por parte de una raza extraterrestre, los insectores, que casi acaban con nuestra especie. En la última «invasión», el general Mazer Rackham consiguió acabar con las fuerzas enemigas prácticamente por casualidad. Ahora, 80 años después, los humanos buscan a un nuevo estratega, una especie de mesías de la guerra, para acabar definitivamente con los insectores; por esa razón se monitoriza a todos los niños y se escoge a los que tienen mayor potencial, según ciertos parámetros, para llevarlos a la Escuela de Batalla, donde se les entrena para ser perfectos soldados. Andrew Ender Wiggin, un niño de seis años cuyo nacimiento fue propiciado gracias a un permiso especial del gobierno, ya que existen estrictas medidas de restricción de la natalidad, es seleccionado por sus especiales características. Las pruebas y juegos de guerra en los que participa Ender dan fe de su extraordinaria inteligencia, su capacidad de anticipación y sus deseos de no ser derrotado nunca, lo que le convierten en el candidato perfecto para ser el arma definitiva contra los enemigos.

El origen de esta novela fue un cuento publicado en 1977 en la revista Analog Science Fiction and Fact. Su autor decidió retomar la historia y ampliarla para completar la figura de Ender, que ya tenía pensado que se convirtiese en el protagonista de su siguiente libro. El éxito de crítica y público han convertido a El juego de Ender en el origen de tres sagas (Ender, la Sombra de Ender y La primera guerra insectora) centradas en el mismo universo narrativo, con títulos de desigual calidad y profundidad, dos cómics y una película que es mejor olvidar.

Este título, el que mejor se encuadraría dentro del concepto «literatura juvenil», trata de la creación del soldado perfecto, aunque lo que de verdad se quiere conseguir es un arma, un instrumento para vencer a un terrible enemigo hasta hacerlo desaparecer por completo. Ese elegido solo tiene seis años, y cuando termine la novela poco más de diez; un muchacho muy especial, superinteligente, dotado de un talento natural para la estrategia, con una capacidad para descubrir las motivaciones de los que le rodean que parece casi mágica… Pero también es un crío que ha vivido entre las amenazas de su hermano Peter, un psicópata en potencia que no soporta no haber sido escogido para acudir a la Escuela de Batalla; el acoso de sus compañeros de clase, por la excepcionalidad de su nacimiento; la relación casi enfermiza de cariño y dependencia con su hermana Valentine; y la presencia meramente testimonial de sus padres.

Lejos de encontrar un mentor, en la Escuela de Batalla estará bajo el mando del coronel Graff, que lo someterá a toda la presión posible, lo convertirá en el blanco de la ira de sus compañeros, impedirá la amistad con ellos, hará trampas en los juegos de batalla… Todo para conseguir que se convierta a esa figura del destructor total, aunque suponga destrozar a Ender psicológica y anímicamente o convertirlo en un asesino. Más tarde, en la Escuela de Alto Mando, estará bajo el mando del mismísimo Mazer Rackham, que por obra y gracia de los viajes interestelares a la velocidad de la luz y la relatividad, tendrá prácticamente la misma edad que cuando ganó su última batalla, que ahondará en las mismas prácticas de Graff.

Una revisión de la forja del héroe en un mundo futurista que aún está muy lejos de ser un paraíso, en el que lo más importante es la evolución de ese personaje principal y cómo parece caer en las trampas que sus superiores le preparan, aunque de todas sale victorioso. Deja cada vez más de su humanidad e inocencia por el camino, hasta que mancha sus manos de sangre, lo que lleva al lector a plantearse si ese acto es solo fruto de la tensión a la que está sometido o es un instinto innato de Ender y por extensión de toda la especie humana, idea que emparentaría el texto, en cierta manera, con El señor de las moscas de William Golding. Además, está el conflicto con la raza extraterrestre, provocado por una incapacidad en la comunicación entre ambas especies. ¿Cómo vamos a poder empatizar o simplemente hablar con alguien o algo que proviene de millones de años luz si no lo hacemos con nuestro propio vecino? Una nueva ocasión para repensar las relaciones con los otros y en cómo buscar lo que nos une más que lo que nos diferencia, aunque parezca imposible.

Una historia llena de ritmo, con descripciones de batallas y juegos muy visuales, nada aburridas, y eso que debe explicar ciertas particularidades de la gravedad cero o de la teoría de la relatividad que podrían convertirlo en algo sumamente farragoso, pero que el lector asume sin mayor dificultad. Pero si algo destaca es el trabajo psicológico que el autor ha realizado con los personajes: conoceremos todas sus motivaciones, sus deseos, sus aspiraciones, sus filias y sus fobias…, bien a través de sus conversaciones, bien a través de las descripciones de sus pensamientos y sentimientos. Y lo que refleja es bastante de lo abyecto del ser humano, su inclinación por la violencia y la pérdida de la inocencia infantil, en este caso aplaudida por los adultos porque deriva en su propio beneficio.

Los adelantos tecnológicos que Scott Card inventa para su libro no nos chirrían, como en tantas otras ocasiones, ya que en cierta medida ya los tenemos con nosotros, como son esas consolas o tabletas con las que los muchachos juegan o estudian, esa red de comunicación mundial en la que se pueden consultar las noticias o dar a conocer las opiniones personales, los videojuegos de estrategia capaces de reprogramarse a sí mismos…, de manera que, en este sentido, aguanta muy bien el paso del tiempo.

En los últimos años, esta novela, junto al resto de la obra del autor, ha sido cuestionada y puesta en cuarentena a causa de ciertas declaraciones bastante incendiarias de Orson Scott Card, pero una lectura medianamente profunda, no solo de esta primera novela sino de sus continuaciones, nos da a entender que esas ideas no han sido volcadas en las páginas de sus libros, sino que, además, intenta extender un mensaje pacifista, destacando la importancia de la comunicación para no crear conflictos bélicos. Esto no quita la poca elegancia y educación que tiene el autor al expresar sus opiniones.

Algunas curiosidades sobre la novela: hay un personaje español, la némesis de Ender que representa el orgullo mal entendido, que se llama Bonito “Bonzo” de Madrid (¿de dónde sacaría el nombre este buen señor?); en las ediciones a partir de 1991 el autor incluyó un nuevo capítulo para que el texto encajase mejor con sus continuaciones, así como la reescritura de uno de los capítulos para adaptarlo a los cambios geopolíticos reales que se sucedieron a finales del siglo XX; se han cambiado términos que podían considerarse ofensivos por ciertos colectivos; el «ansible», un dispositivo de comunicación instantáneo para distancias interestelares, fue acuñado por la escritora Ursula K. Le Guin (Cuentos de Terramar) en 1966 para El mundo de Rocannon y desarrollado en 1974 en Los desposeídos, y su nombre y función han sido usado por otros autores en diversas ocasiones.

Una lectura imprescindible para los amantes de la ciencia ficción, tanto para los que busquen acción como para los que quieran algo más de profundidad.

1 comentario en “El juego de Ender

  1. nicolas
    25/11/2018 a las 20:57

    porque se llama asi el libro el juego de ender

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