Ruth Kaufman y Raquel Franco
Ilustraciones de Diego Bianki
Buenos Aires: Pequeño Editor, 2014
Podríamos decir que los abecedarios constituyen a día de hoy casi un género dentro del territorio del álbum ilustrado, ofreciendo, en la mayoría de las ocasiones, propuestas gráficas y literarias muy distintas a como eran las que ofrecían este tipo de libros en sus orígenes.
Los abecedarios nacieron para enseñar las letras a los más pequeños. Más con una intención didáctica que estética. Su estructura es muy similar siempre: una capitular que a mayor tamaño que el resto de las letras de la palabra introducía generalmente un objeto que se representaba en una imagen.
Hace ya años que encontramos abecedarios en los que las letras son antes que nada un pretexto para ofrecer un libro de arte. El de Karl Philipp Moritz, ilustrado por Wolf Erlbruch, y publicado en español por la editorial Barbara Fiore, sería un perfecto ejemplo de ello.
Pequeño Editor recién ha publicado un abecedario que ha merecido el Bologna Ragazzi Award en la categoría New Horizons. Con texto de Ruth Kaufman y Raquel Franco, e ilustraciones de Diego Bianki, este peculiar abecedario nos ofrece tantos verbos como letras tiene el alfabeto. Así, en cada doble página encontramos que podemos BAILAR con la B, o COMER con la C (y, entre sus acepciones, COMERTE A BESOS), o LEER con la L, o QUERER con la Q.
Curiosa y singular secuencia de verbos, cuyas peculiares acepciones son escenificadas por personajes y en situaciones de muy distinta índole, convirtiendo cada doble página en un escenario por el que deambulan.
Quizá, desde la mirada de un habitante del primer mundo —también saqueado por sus políticos groseros e ignorantes y por banqueros ladrones—, este abecedario pueda parecer solo una propuesta lúdica y original, ausente de una dimensión educativa —digo educativa, no didáctica—, pero no. Conversando con una de sus escritoras, Ruth, me hacía notar el sentido de libros como este, en su país, Argentina, donde el objetivo de que todos los niños aprendan a leer es una tarea a lograr en la que muchos actores se encuentran hoy involucrados y comprometidos.
Nunca tendría esta dimensión educativa si solo fuese un manual de letras y palabras. Lo que lo convierte en una obra valiosa es su vocación estética, tanto desde el texto como desde las inteligentes ilustraciones de Bianki, verdadero maestro de la composición y la grafía.
El galardón obtenido por este libro en la Feria Internacional de Bologna viene a reconocer el trabajo de sus hacedores y, de alguna manera, nos premia así a todos sus lectores.