Antonia Purpurina

Antonia Purpurina (María Espluga)Maria Espluga
Madrid: Oxford, 2012

Maria Espluga (Barcelona, 1968) se estrena en el campo de la novela infantil con este libro (finalista del premio Barcanova en su edición original), aunque en su bibliografía tiene más de cien títulos publicados, la mayor parte como ilustradora.

Antonia Purpurina es un niña de 7 años que vive con su abuela, y cuya madre, actriz de teatro, se pasa la vida viajando. Antonia nunca ha ido a la escuela. Su madre siempre ha sido contraria a ello, dada su mala experiencia cuando era niña: “Una escuela de mujeres rectas, donde no la dejaban bajarse los calcetines”. Su madre tampoco es capaz de mostrar todo el amor que siente por su hija, que pasa el día junto a su abuela conociendo los nombres de las plantas, mirando las estrellas, cosiendo vestidos y sombreros. Antonia se pasa el día escuchando a gente mayor, su abuela y amigas, y su sueño es tener un amigo. Pero nunca se atreve a acercarse a los grupos de niños que juegan en la plaza.

Por eso, cuando al fin su madre cede y le permite asistir a la escuela, Antonia espera con ansia que llegue el momento, está segura de que “en la escuela van a enseñarle palabras para nombrar todo lo que lleva dentro”, y de que va a conocer a niños y niñas muy interesantes (pues ha oído hablar de ellos a sus abuelas). Con sus zapatos relucientes, su cuaderno nuevo de tapas negras, su estuche y su mochila de colores chillones, Antonia vive con emoción su primer día en clase y conoce a sus compañeros: la alumna popular, el chico deportista, y Martín, el de las orejas grandes. Pero integrarse es difícil, sobre todo si tienes un pelo que parece un nido de urraca, y una verruga en la nariz.

Maria Espluga desarrolla en esta breve novela el mundo interior de una niña diferente, especial, que sabe más de cosas de mayores que de chicos de su edad, pero a través de sus ojos de siete años observa el mundo que le rodea a su modo: su madre ausente y los estrafalarios amigos que trae de sus viajes, su abuela, que la enseña y la acompaña, su mundo interior lleno de luces y sombras (“tan pronto se siente inmensa, capaz de abrazar el mundo, como se transforma en una garra que se le aferra al cuello y la ahoga”)… Todo ello con un lenguaje depurado, honesto, creíble y poético al mismo tiempo.

Desde las primeras páginas, el personaje de Antonia Purpurina nos cautiva por su inocencia, su ilusión y sus ganas de vivir el mundo que le rodea. Y nos hace sufrir al mismo tiempo, igual que sufre Antonia por ser diferente. Pero el libro tiene un final optimista y reconfortante, simbólico y mágico. En las ilustraciones, de la propia autora, se condensan y complementan estas emociones, cuando vemos el rostro de Antonia Purpurina disfrutando de su soledad, de la compañía de su abuela, de su primer día de escuela, y también sufriendo las burlas de algunas compañeras.

Un libro de prosa sencilla y cautivadora, de sutilezas, de belleza y de complejos sentimientos que el lector identificará como propios.

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