Thomas Winding
Ilustraciones de Wolf Erlbruch
Ediciones SM, Colección Barco de Vapor
Madrid, 2002
Dicen que el mejor amigo del hombre es su perro, pero cuando un hombre que tiene un perro contrae matrimonio, es probable que su perro se convierta en el mejor amigo de su mujer. Y eso precisamente fue lo que sucedió a Thomas, el dueño de Míster cuando se casó.
Míster es un perro caradura cuya obsesión por la comida hace que todo razonamiento, pase por un silogismo de tipo alimenticio. A Míster le gusta que le cuenten historias y Thomas lo complace, aunque los comentarios y conclusiones de su perro, muchas veces lo saquen de sus casillas, y es que Míster lo sabe todo, lo cuestiona todo y lo quiere casi todo, porque al gato de Bibi, la esposa de Thomas, apenas lo soporta. Bueno, en realidad Míster apenas si soporta nada. A Bibi sí, porque lo acaricia y le da galletitas, a sí mismo, por supuesto; y a los hombres en general… es que los hombres son tontos, ambiciosos y no entienden nada de nada. Y los gatos… para qué va él a gastar su tiempo hablando de los felinos que son tan … en fin, que mejor se lo pasa Míster comiendo y opinando sobre las situaciones y personajes de cada cuento que Thomas, le cuenta.
A lo largo de las 123 páginas en que se desarrolla Mi perro Míster y el gato, Thomas Winding nos va ilustrando las consecuencias y características del comportamiento humano, a través de fábulas. En realidad intenta explicárselo a Míster pero a buen entendedor… digo lector… pocas palabras bastan. Y es que Winding consigue con frases sencillas, y palabras simples, todo un universo de acciones y reacciones en las que se refleja claramente su intención de ejemplarizar defectos y virtudes del género humano, sin caer por ello en moralismos. Míster es un personaje muy bien logrado que le permite al lector hacer su propia ilustración de este canino insolente que no deja de tener un toque de ternura. Como si en cada una de sus intervenciones, pidiera una prueba de cariño por parte de su amo. Y en cuanto al gato, pues… ahí está, al fin y al cabo, él es el origen de toda este ir y venir de historias. ¿ O no?
Luego de leer este libro uno mira a su perro de manera diferente, y también a los gatos. Hasta me atrevería a decir que se logra entender un poco más este mundo incomprensible de los humanos, sobre todo cuando a uno “le gustan las albóndigas” *
*págs. 121-123