Hans-Christian Schmidt y Andreas Német
Madrid: Kókinos, 2011
Nos dicen que hay un día marcado en el calendario para decir “Te quiero”. Cada febrero nos volcamos en hacer regalos y demostrar de alguna manera nuestros sentimientos para con la persona querida.
Hoy he conseguido recuperar la sensación de que no es en febrero cuando hay que expresar los sentimientos, hoy he leído La línea blanca por segunda vez.
Tenía que devolver el libro, pero al tocarlo recordé las palabras de mi compañera del club de lectura, una maestra con mucha experiencia en esto de escuchar las voces de sus niños que nos comentó, “es curioso, pero la mayoría de mis alumnos no ha escuchado nunca a sus padres decirse, «Te quiero»”.
No estamos acostumbrados a expresar nuestros sentimientos a viva voz. Damos por dichas muchas emociones y se nos olvida que los pensamientos son privados.
Yo tampoco recuerdo haber escuchado esa frase entre mis padres. Tan recatados, tan oprimidos a la hora de dejarse llevar por las palabras, de compartir en familia frases tan sencillas y poderosas.
La línea blanca me emocionó; es una historia tan enorme, tan potente y tan simple que me arrancó una gran sonrisa y la necesidad de coger el teléfono y decirles un par de “Te quiero” a algunas personas.
Hans-Christian invita a conocer lo que sucedió el día que el papá de quien nos la cuenta pintó una línea blanca en la calle y pintó y pintó sin que nada pudiera detenerlo.
Hay que leerla. Y mirarla. Y dejar paso a la imaginación para que tome ejemplo.
Pues a mí me has convencido para buscar este libro y leérmelo 🙂 Un saludo.