Thomas Docherty
Traducción de Gonzalo García
Madrid: Anaya, 2006.
Pipa, la niña protagonista de esta historia, nunca se iba a dormir sin sus calcetines favoritos, en especial porque le ayudaban a recordar los sueños. Sueños que la solían acompañar toda la mañana; hasta que llegó un día, después de varias noches de soñar y soñar, en el que pierde dos cosas muy importantes: uno de sus calcetines y uno de sus sueños.
Freud decía que los sueños son una forma de realizar deseos. Pipa, a partir de las dos pérdidas, inicia un periplo junto a su perro, que transcurre entre sueños para todos los gustos: los que dan miedo, alegría, tristeza, y más, muchos más. Todo en el marco de un universo onírico como espacio abierto a la imaginación y a la búsqueda de satisfacer los deseos… ¿Cuáles serán los verdaderos deseos de Pipa?
Un libro en pequeño formato plagado de exquisitos elementos “paratextuales” y “textuales” que invitan a disfrutar una historia desde la cubierta, donde la imagen, con dos caminos que se cruzan, anticipa una trama que no da tregua si decidimos aceptar la aventura y recorrerlos por el interior de la obra. Dos caminos como dos son los momentos de la historia claramente definidos no solo desde el contenido literario y estético, sino también a partir del diseño en el que aparecen tres páginas sin ninguna ilustración, con un mínimo texto, que logra crear el “clímax” ideal para desencadenar en un final que sorprende.
El creador de Pipa, Thomas Docherty, a quien como ilustrador también lo podemos hallar en la edición de Platero y yo publicada por Anaya en marzo de 2006, es un joven ilustrador inglés afincado en España, que logra “un todo narrativo” de una calidad destacable. Este fue su primer álbum, publicado por la prestigiosa editorial Grimm Press, especializada en descubrir nuevos talentos en el campo de la ilustración.
Merece una mención especial el trabajo que como verdadero “mediador intercultural” desarrolla Gonzalo García a partir de la traducción del original en inglés Pip and the Lost Dream.
Un relato, en palabras y en imágenes, en abrazo armonioso, único, de lo claro y previsto con lo impredecible. Un relato, en definitiva, en el que se pueden encontrar nuevos motivos, como toda buena literatura ofrece, para no dejar de soñar.