Friedrich Karl Waechter
Traducción: L. Rodríguez Tormes
Salamanca: Lóguez, 2011
El presente libro, El lobo rojo, no es el primero ni será el último protagonizado por un animal que trata de un modo poco complaciente la relación entre los hombres y su entorno, en este caso animales salvajes como son los lobos; tomando como protagonista a un perro rojo que de manera accidental es separado de su madre y hermanos, el lector asiste a su adopción por parte de una loba que lo admite en su reciente camada; el pequeño perro es progresivamente aceptado, llegando a integrarse en el grupo como uno más y llegando a ser su líder.
Cuando mejor parecen irles las cosas a él y a su grupo, el inevitable depredador humano hace su sempiterna aparición, esta vez en forma de guerra que arrasa todo lo que pilla a su paso sin medir las consecuencias ni apiadarse de las víctimas inocentes; por supuesto, la familia de nuestro lobo rojo no es una excepción, siendo así que la madre loba sufre las consecuencias como víctima de un gran cepo que le rompe de cuajo las posibilidades de tener una vida mínimamente aceptable, lo que la lleva a arrastrarse hasta el lugar donde los lobos han erigido su última morada porque al menos quiere morir dignamente. El pequeño lobo rojo, ya mayor, herido por tres balazos de los mismos cazadores que acabaron con su madre, es recogido por una niña que se apiada de él y que lo cuida aún a pesar de las reticencias de la gente que la rodea; pero los cuidados no son suficientes pues las heridas son demasiados graves y ambos, niña y perro/lobo, comprenden que una curación en condiciones no va a ser posible, por lo que toman una dura decisión.
Este libro de Friedrich Kart Waechter es un delicado canto al respeto por la naturaleza así como un alegato a la dignidad de los seres vivos, sea cual sea su condición; sus maravillosas imágenes de trazos suaves y que alternan el movimiento más frenético con la quietud más emotiva son el mayor homenaje que se puede hacer a la vida en todas sus manifestaciones. Y, aunque su doloroso final pueda invitar a la tristeza, merece la pena recordar una historia que circula entre aquellos que mantienen una especial relación con los animales, sobre todo con los perros: El puente del arco iris es una leyenda que cuenta que, cuando uno de estos animales muere, reaparece en toda su plenitud en una interminable pradera verde; allí no hay vejez, malos tratos ni dolores y sí hay juegos permanentes sin final. Pero, de repente, en mitad de un juego, uno de ellos se para y estira sus orejas: ha descubierto a su dueño, que se acerca por el puente del arco iris. El perro sale disparado hacia el dueño y ambos se encuentran y se funden en abrazos y mimos que ya no tendrán final porque ellos no volverán a separarse. Así pues, nuestro querido lobo rojo puede acabar reencontrándose no solamente con su madre y hermanos sino también con la pequeña Olga que lo cuidó y lo quiso hasta el límite de sus posibilidades, porque los lazos entre animales y humanos tienen ese carácter irracional que los hace irrompibles e imperecederos.