Rebeldes, que ya es un clásico para al menos un par de generaciones, es una historia de amistad sincera, de amor entre hermanos y también de cómo los miembros de una familia se protegen y cuidan unos de otros incluso cuando no les une ningún vínculo de sangre. Los roles están perfectamente bien definidos y la atmósfera es tan real que uno casi puede sentir el olor a cuero. Resulta casi imposible no meterse en la piel de Ponyboy, de Cherry o hasta de Dallas (incluso cuando uno ya ha dejado bastante atrás la adolescencia).