Vango

VangoTimothée de Fombelle
Traducción de Esteban Bernis
Barcelona: Liebre de Marzo, 2015, 2016

Una persecución sin descanso, una vuelta al mundo en zepelín, un pasado que acecha y un niño que haría tambalear un imperio.

Hace diez años, Timothée de Fombelle (París, 1973) publicó las dos entregas de Tobi Lolness, su obra más conocida, que le valió el reconocimiento mundial. El muchacho de un milímetro y medio de altura demostró que los héroes también pueden ser minúsculos. La bilogía está considerada una de las obras de literatura infantil contemporánea más importantes y encumbró a un autor hasta entonces semidesconocido.

En este tiempo, De Fombelle no se ha quedado de brazos cruzados. En 2009 publicó Céleste, ma planète (traducido al catalán por Estrella Polar; inédito en castellano); en 2010-2011 regresó a la fórmula de una aventura épica en dos partes, Vango, que está de actualidad gracias a la reciente edición de Liebre de Marzo con traducción de Esteban Bernis. Entre cielo y tierra (2015) y Un príncipe sin reino (2016) son los dos títulos de la serie.

Una historia partida no es la única coincidencia entre Tobi Lolness y Vango. Ambos protagonistas se pasan el tiempo en las alturas, ya sea en la copa de un árbol o a bordo de un zepelín, pero aquí terminan las coincidencias.

Si Tobi Lolness se dirigía a un público infantil, Vango está destinado a un lector más juvenil, sin detrimento de todos los adultos que quieran acercarse a sus páginas. Antes, De Fombelle imaginó una sociedad de diminutos habitantes de un árbol; en su nueva obra, nos lleva directos a la primera mitad del siglo XX, en un escenario mundial que toma prestadas localizaciones de París, Nueva York, Sicilia y Moscú.

Al comienzo de la historia, un joven de diecinueve años llamado Vango está a punto de ordenarse sacerdote a los pies de la catedral de Notre Dame. Es 1934 y el mundo está enrarecido; es el período de entreguerras. Cuando alguien entre el público dispara para acabar con él, el chico comienza una carrera para encajar las piezas del puzle de su pasado, y a la vez desenmascarar al hombre más peligroso sobre la faz de la Tierra. Ni él mismo sabe por qué es una amenaza para sus enemigos, ni por qué lo quieren muerto.

Con un protagonista que teme haberse vuelto paranoico, De Fombelle nos lleva de la mano por una galería de personajes tan redondos como carismáticos: Mademoiselle, la niñera que lo crio; la Gata, una escurridiza muchacha que recorre los tejados como un felino; o el padre Zéfiro, fundador de un monasterio secreto en medio del mar. Pero sobre todo Ethel, la rica heredera escocesa que no duda en pilotar una avioneta si se trata de rescatar a su amigo, y que pone el punto romántico (a fuego lento, cosa de años) en una historia donde no falta aventura, el humor característico del escritor francés y mucho misterio con punto histórico.

Timothée de Fombelle no solo traza un potente arco argumental de dos libros (es imposible leerlos por separado), adictivo hasta llegar al final, sino que también añade un buen puñado de subtramas para cada uno del nutrido elenco de personajes. Pero sobre todo, De Fombelle es un narrador extraordinario, como pocos en la literatura infantil y juvenil actual, que maravilla al lector sin importar lo que esté contando; si lo que cuenta, además, es una historia cautivadora, no podemos pedir más.

El escritor francés ha escrito otras dos novelas desde entonces, Victoria Rêve y Le Livre de Perle. Esperamos que no haya que esperar tanto tiempo como con Vango para disfrutar de su traducción.

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