Tristrás

Iban Barrenetxea
Nórdica infantil, 2021

Tristrás es un humilde músico callejero que es feliz con su vida sencilla, ganándose el pan recorriendo los caminos de pueblo en pueblo. Pero entonces se cruzan en su camino tres brujas que dicen ser sus madrinas y a las que les gusta hacer apariciones bastante espectaculares, concretamente en forma de bandada de cuervos.

Estas tres madrinas dicen tener tres regalos mágicos para Tristrás porque es su cumpleaños. Lo que en cualquier historia de aventuras sería un golpe de suerte para el héroe-protagonista, para Tristrás estos regalos son lo peor que le puede pasar, porque a partir de ahí todo empieza a ir realmente mal. Y es que Tristrás es el protagonista sí, pero héroe, lo que se dice héroe, no lo es tanto, o al menos no lo es en un sentido estricto, y esto es probablemente el punto fuerte de esta novela, el antiheroísmo de Tristrás.

Con su estilo tan reconocible, las ilustraciones de Iban Barrenetxea embellecen esta aventura disparatada y tierna construida a través de unos personajes maravillosamente trazados: Tristrás, por ejemplo, es un personaje tan patético como entrañable, todo le sale justamente al revés de lo previsto, pero conquista inmediatamente al lector con su buen corazón y la valentía con la que afronta las rocambolescas situaciones en las que se ve envuelto (especialmente cuando se trata de ayudar a los demás). Pero también destacan los personajes secundarios, como Nina, la joven (jovencísima) librera que se convierte rápidamente en la favorita de todos; o el perverso rey Ulrico, que es el perfecto «malo».

Barrenetxea nombra al barón Münchhausen, el nonsense, los mundos locos de Lewis Carroll o la novela picaresca inglesa del siglo XVIII como principales inspiraciones para crear su historia y, efectivamente, se puede encontrar una armoniosa amalgama de todas estas referencias en Tristrás, aderezada con elementos algo siniestros (como las brujas-cuervo, para las que el autor reconocía haberse inspirado en un cuadro del pintor romántico Caspar David Friedrich) que se entremezclan hábilmente con lo absurdo y con elementos propios de los cuentos tradicionales, dando como resultado una historia original, amena y divertida; la novela que a todos (incluido el propio Barrenetxea) nos hubiese gustado leer de jóvenes.

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