Cuando decidimos abrir El Búho Lector, allá por el año 2003, sabíamos que era una apuesta arriesgada y que nuestras ilusiones podían verse truncadas. Pero también sabíamos que si esta iniciativa, largamente pensada, salía bien, cumpliría nuestro sueño: conseguir que nuestros jóvenes y los lectores más pequeños descubrieran todo un mundo nuevo y muy satisfactorio y al alcance de su mano: el de la lectura.