
Dos estrellas de la narrativa gráfica unen talentos para crear un ambiente más propio de cineastas como David Lynch, que bebe también de la estética acuñada por otros iconos del arte como Fritz Lang (ecos de la formidable La mujer del cuadro), las atmósferas hitchcockianas de su periodo norteamericano (la casa recuerda al célebre hogar familiar de Norman Bates); o del realismo pesimista de Edward Hopper…