Existe entre la persona María Rosa Serdio y su obra una suerte de continuidad. Algo así como si en ella, y por extensión en su poesía, se cumpliera aquella máxima griega de que belleza, verdad y bondad tenían que ir inevitablemente unidas. No ha hecho falta llegar a la posmodernidad para saber que, y cada vez más, estas instancias aparecen, lamentablemente, escindidas. No es el caso que nos ocupa: Bolso de niebla, de María Rosa Serdio, ilustrado por Julio Antonio Blasco.