A Jana y Mario les gustaría pasar las vacaciones en la playa, pero este año los problemas de dinero les obligan a viajar a un destino más modesto: la casa de la abuela en un pueblecito de montaña, Rioclaro. Allí no hay demasiados entretenimientos, y mucho menos cuando afuera hace un tiempo desapacible. Así que la abuela presta a sus nietos su vieja casa de muñecas, un juguete realizado artesanalmente con todo detalle (los libros de la estantería son miniaturas que con una lupa podrían ser leídos), pero sin muñecas dentro. Una noche, Jana escucha las campanadas de un reloj, y descubre con asombro que proviene de la casa de muñecas, y aún peor, el reloj de juguete está vacío por dentro… Después, más fenómenos extraños se suceden y los hermanos concluyen que la casa está encantada, así que deciden ponerse en contacto con los fantasmas que la habitan: “Soy Lucille. Quiero volver”, es el mensaje que reciben en un pequeño papel.