
Juan Berrio sabe retratar como nadie los pequeños instantes cotidianos y los sentimientos más puros. A través de sus dibujos capta, con la limpieza de los mejores artistas de la línea clara, el trasfondo de las emociones, las palabras nunca dichas, los recuerdos, el ocaso de las relaciones y, por supuesto, esa luz tan particular que se cuela entre las calles de Madrid o brota a través de las ventanas de cada casa en la que sitúa sus escenas.