Soy feliz, no me preocupo… soy yo quien tiene preocupado al mundo

Soy Feliz, no me preocupo Jimmy Liao
Granada: Barbara Fiore Editora, 2011

Con la delicadeza y poesía con que nos tiene acostumbrados el escritor e ilustrador taiwanés, este último título publicado habla de miedos y preocupaciones, tristezas y angustias, en fin de emociones y sentimientos que nadie como Jimmy Liao plasma a base de color e ilustraciones llenas de magia.

El mundo está preocupado por un sinfín de cosas, lo cual no es de extrañar dada la que está cayendo. Acostumbrados, los seguidores de este autor, a su particular filosofía de vida y a su genio para presentar la soledad y la angustia de tal forma que hasta te parecen bellas, nos sorprende esta vez con su particular versión de lo que está pasando.

Desde las primeras páginas, el autor, que esta vez ha decidido “disfrazarse” de mundo para hablar, se interesa por el niño, un niño, cualquier niño, si, tú mismo, y se preocupa por su felicidad: “Querido niño, ¿sabes una cosa?, me preocupa que no seas feliz”.

A partir de ese momento, tras expresar su preocupación, ya que, según el mundo, la alegría es algo que exige mucho esfuerzo, y él lo sabe bien, nos transporta con sus imágenes a través de nubes en las que se puede descansar y donde los pájaros construyen sus nidos, trampolines bañados en un cielo amarillo, cielos estrellados, flores que en realidad son personas, personas que en realidad son árboles, paisajes que solo pueden pertenecer a los sueños, sueños en los que existen extraños paisajes, una capa de ozono formada por personas…

Y con esas hermosas ilustraciones nos hace pensar. Con cada uno de sus dibujos, como siempre, nos hace recapacitar sobre la verdad y la mentira (“Me preocupa que los gritos de indignación oculten mentiras podridas”) sobre si realmente estamos haciendo las cosas bien, si su preocupación por la felicidad de un niño no deberíamos planteárnosla también cada uno de los adultos: “Me preocupa que se dude de la felicidad. Me preocupa que el zoo abra una franquicia. Me preocupa que cada vez me resulte más indiferente el mundo…”

Hechos cotidianos, preguntas de imposible respuesta, soledad, amor, las habituales referencias pictóricas como en este caso El grito de Munch, toda la poesía de la que es capaz este autor, pero sobre todo la delicadeza con que trabaja para decirnos cosas que ya sabemos, y que recordamos, gracias a él, aunque sea con lágrimas de emoción.

“Querido mundo, por favor no te preocupes por mí, estoy aprendiendo a manejar mis preocupaciones. Te lo ruego, dame un poco más de tiempo para que pueda ocuparme de las preocupaciones del mundo entero”.

¿No resulta una manera deliciosa de hablar de crisis?

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