Quentin Blake
Barcelona: Océano Travesía, 2008
Cada vez que escucho el nombre de este genial ilustrador no puedo evitar hacer de forma automática una asociación mental con Roald Dahl. Y es que, como para mucha gente, Blake es quien obra el milagro de dar color a las palabras del magnífico escritor de ascendencia noruega.
Sin embargo, el ingenio de Blake no se limita a esas divertidas, juguetonas y alegres ilustraciones ya que él mismo también escribe historias fabulosas (hace un par de años, Kalandraka publicaba Un barco en el cielo, escrito e ilustrado por él).
Esta vez, su genialidad ha ido más allá para presentarnos un relato «escrito» como él mejor sabe: con un lápiz y unas pinturas de color. Este precioso libro sin apenas palabras pero bonitas imágenes resume lo que supone hacerse mayor y demuestra así (como el mismo Blake explica en el prólogo) que los libros ilustrados no son sólo para niños. Áste en concreto es para niños, adultos y sobre todo, abuelos, porque Sólo se es joven… ¡dos veces! no es más (ni menos) que un homenaje a nuestros mayores, a todas las experiencias por las que pasan a lo largo de sus vidas, al gran valor de sus vivencias. Y con un puntito de ironía y grandes dosis de buen humor nos enseña que sus vidas, las de nuestros abuelos y abuelas, no se distinguen demasiado de las de los niños o de las nuestras.
Las ilustraciones de Quentin Blake, que habitualmente son gruesas líneas a lápiz coloreadas con lo que parecen descuidados trazos de acuarela, tienen vida, se salen de la página y transforman un texto en un capítulo de dibujos animados. Si uno se queda mirando cierto tiempo sus personajes, éstos cobran vida y parecen ponerse a bailar ante nuestra atenta mirada. En Sólo se es joven… ¡dos veces!, los abuelillos retoman la vitalidad de antaño y participan en este improvisado baile de color e ilusiones para llevar al lector de la mano a través de un apasionante recorrido por sus no menos apasionantes vidas.
Y todo ello con unas simples y entrañables imágenes… Impresionante Quentin Blake.
Catalina, mi sobrina, que tiene cuatro años, cuando ve un libro como Mr Magnolia or Loveykins empieza a reirse, le encantan. La verdad es que son geniales
Aunque de ascendencia noruega, el Maestro Dahl era galés.