Roald Dahl: Hollywood y catástrofe

Los GremlinsLa edad de oro de la televisión

En 1942 se estrenó la que algunos consideran como mejor película de todos los tiempos: Casablanca. Pero también ocurrió algo más por esas fechas: el nacimiento de Roald Dahl como escritor. Su descubridor fue uno de sus autores preferidos, C.S. Forester, que ese año trabajaba en el Saturday Evening Post escribiendo relatos bélicos, y que, enviado por la embajada británica, se presentó en el despacho del aviador inglés herido en combate con el fin de sacar alguna idea para sus relatos en prensa. Un pato con verduras, que hizo imposible a Forester tomar notas durante la entrevista que tenía lugar en un restaurante, fue el guiño del azar que propició el que Dahl le enviara unas notas por correo para la elaboración del relato. Forester quedó tan impresionado con el talento literario de aquel joven, que no se atrevió a tocar una coma, y “A piece of cake” (“Pan comida”, en Historias extraordinarias, Editorial Anagrama) se publicó con la firma de Roald Dahl. Ese fue su primer relato, recogido junto a otros que escribió en esa época, todos de temática bélica, en el libro Over to you.

Su relación con el cine empieza ese mismo año cuando, después de haber publicado varias historias en la prensa, tiene la idea de escribir una narración infantil: Los Gremlins. El argumento: unas pequeñas criaturas que vivían en los aviones de la RAF y que eran los verdaderos culpables de las averías, derribos accidentales, y demás percances sin causa aparente. La historia se publicó en el Cosmopolitan Magazine en 1942, y Walt Disney se interesó por llevarla a la gran pantalla. Dahl estuvo trabajando en el estudio de animación, supervisando el trabajo y aportando ideas, pero finalmente la productora fue perdiendo interés por la película, debido en parte a que la historia la protagonizaba un piloto inglés, y no americano… Este primer encuentro con el cine no fue precisamente una gran satisfacción para Dahl. No obstante, lo bueno de todo esto fue que Random House publicó su primer libro para niños. Años más tarde, en 1984, la idea de Los Gremlins dio pie a Joe Dante para dirigir la película que todos recordamos, pero que no tiene demasiado (por no decir nada) que ver con la idea original del relato.

Patricia Neal

Patricia Neal

A comienzos de los 50, Dahl empieza a ganar dinero con la publicación de sus relatos cortos en Collier’s y en el New Yorker, y se realizan las primeras adaptaciones de sus historias para distintos programas de televisión, como “Suspense”, “Cameo Theater”, “Danger” y “Star tonight”. Sin embargo, la relación más profunda que tendrá en esa época con el séptimo arte será con su mujer, Patricia Neal, actriz que fue pareja de Gary Cooper y que tuvo algún papel destacado en el cine, como el que interpretó en Desayuno con diamantes. Faltó poco para que le dieran el papel de la sugerente Mrs. Robinson en El graduado. En 1964 recibió el Oscar a la mejor actriz por su interpretación en Hud (dirigida por Martin Ritt), en la que hacía pareja con Paul Newman.

El 13 de abril de 1958, la CBS emitía el programa “Alfred Hitchcock presents”. El propio director inglés (que ese mismo año había realizado su obra maestra, Vértigo) se había encargado de dirigir la adaptación de un relato de Roald Dahl, “Lamb to the slaughter” (“Cordero asado”), en el que un grupo de policías que investigan un asesinato acaban haciendo desaparecer, sin percatarse, la prueba del delito: una pata de cordero que les es servida como cena por la mujer de la víctima y autora del crimen (esto recuerda a Carmen Maura asesinando a su marido con un jamón en la película de Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, seguramente en homenaje al cuento de Dahl y a su versión en imágenes de Hitchcock). Después de esta primera colaboración televisiva, fueron cinco más los relatos que hasta 1961 se adaptaron de Dahl para el programa.

En 1961, la misma cadena norteamericana contrata a Roald Dahl como presentador de un programa semanal llamado “Way Out”, similar al de Hitchcock, donde se presentaban historias macabras con finales rocambolescos, al estilo de “Amazing Stories” o “The Twilight Zone”. La historia que inauguró el programa, el 31 de marzo de 1961, fue “William and Mary”, el relato de cómo el cerebro de un profesor de filosofía es conservado vivo en una cubeta después de la muerte de este. La productora de “Way Out” conocía la existencia de Roald Dahl por esta historia y fue gracias a ella por lo que le propusieron presentar el programa. El comienzo del show era siempre el mismo: Roald Dahl, ante la cámara, daba la bienvenida a los espectadores con un intrigante “How’re you?” (“¿Qué tal están?”), para pasar a continuación a dar algunos consejos prácticos de cómo asesinar a un vecino molesto, o a contar anécdotas escabrosas sobre su niñez en Noruega. Sus palabras de despedida, al finalizar el programa, eran siempre “Goodnight… and sleep well” (“Buenas noches… y que duerman bien”), pero seguro que no ayudaban mucho a que los telespectadores pudieran hacerlo.

Según afirma en entrevistas posteriores, esta su primera experiencia en televisión fue algo muy divertido, a pesar de los nervios que sentía cuando era consciente de que le estaban viendo millones de personas. El programa se canceló unos meses después, debido a los resultados de audiencia, ya que, aunque eran altos en las zonas metropolitanas, no eran demasiado buenos en el resto del país.

Roald Dahl en Way Out

Roald Dahl en “Way Out”

En 1965, Dahl da el salto al largometraje con la adaptación de su relato “Beware of the dog”, que el director George Seaton convirtió en 36 hours, una película que narraba la odisea de un oficial capturado por los alemanes al que internan en un hospital e intentan convencerle de que la guerra ha acabado para que les revele los inminentes planes de invasión de los aliados. Esta trama también fue utilizada en 1898 por la película para televisión Breaking point, dirigida por Peter Markle.

Ese mismo año tuvo lugar otra adaptación, la del relato “Parson’s pleasure” (“Placer de clérigo”), esta vez para la BBC, la historia de un anticuario que se hace pasar por cura para visitar los antiguos caseríos de la campiña inglesa en busca de muebles valiosos que compra a bajo precio a los campesinos ignorantes para luego revender en las subastas.

Dahl volvería a la televisión en 1979, esta vez en su país natal, para presentar las dos primeras temporadas de un programa titulado “Tales of the Unexpected”, donde adaptó sus propias historias, aunque no todos los relatos que incluía el programa eran de su autoría. El primer episodio, el 24 de marzo de 1979, fue “Man from the South” (“Hombre del Sur”), un relato que ya había sido adaptado en 1960 para el programa de Hitchcock y que protagonizaba un perturbado personaje que se dedica a realizar apuestas bastante “sangrientas”.

Alfred Hitchcock Presents: Man from the South

Alfred Hitchcock Presents: Man from the South

Dos años más tarde, en 1981, la vida de Roald Dahl fue el argumento del serial televisivo The Patricia Neal Story (dirigido por Anthony Harvey y Anthony Page), basado en el libro Pat and Roald de Barry Farrell, un drama biográfico sobre la difícil recuperación de la mujer de Roald Dahl después de sufrir en 1965 un aneurisma cerebral que, sin la ayuda de su marido, habría sido incapaz de superar. Dirk Bogarde fue el actor elegido para interpretar al escritor.

Su última aparición en televisión, un año antes de dejarnos para siempre, fue como invitado en el programa infantil de variedades “Going Live”, el 14 de octubre de 1989.

La gran pantalla

La experiencia frustrada de llevar Los Gremlins al cine no fue el único proyecto sin terminar en el que Dahl se vio envuelto. El primer guion cinematográfico que escribió fue a petición de Robert Altman, que por aquel entonces era un desconocido director que trabajaba para televisión. El título: Sting-a-ling. La condición que puso Altman para que Dahl realizara el guion fue que él tendría que dirigir la película. United Artists se escandalizó y amenazó con parar el proyecto cuando Dahl les dijo que la película tendría que ser dirigida por Altman, pero finalmente el director consintió en apartarse del proyecto a cambio de la mitad del dinero que los estudios pagarían por el guion. Curiosamente, el realizador elegido por la productora dimitió al mes de comenzar el rodaje, y todo el proyecto se fue a pique.

En 1967 llega la gran oportunidad para Roald Dahl: adaptar la novela de Ian Fleming (que además era bastante amigo suyo) You only live twice (Sólo se vive dos veces) para llevarla al cine. Dahl tuvo suerte con esta película, porque el director, Lewis Gilbert, sentía bastante respeto por los guionistas y le dejó manos libres para retocar la historia, que, de hecho, era una de las más flojas de la saga de James Bond. Prácticamente todo lo bueno que tiene la película es el toque del guionista. El trabajo fue bastante divertido y, según Dahl, uno de los periodos más felices de su vida laboral, a pesar de reconocer años más tarde que “nadie escribe guiones excepto por dinero. Yo ahora no lo necesito, así que no lo hago”. En efecto, a excepción del proyecto frustrado con Robert Altman, Dahl se dedicó a hacer guiones exclusivamente por dinero, debido a los gastos médicos que le ocasionaban las enfermedades de su mujer y de su hijo.

You Only Live Twice

Al año siguiente volvió a adaptar una novela de Ian Fleming para la gran pantalla, un libro infantil titulado Chitty-Chitty Bang-Bang. Esta vez la experiencia fue totalmente desastrosa, porque el guion que él preparó fue reescrito y el resultado final nada tiene que ver con lo que Dahl planeó en un principio.

Este no sería su último disgusto con el cine, ya que unos años más tarde, en 1971, se encargó de adaptar uno de sus propios libros, Charlie y la fábrica de chocolate, a petición del director Mel Stewart. Según Roald Dahl, esta fue la mayor decepción de toda su carrera, porque se dio cuenta entonces de la cantidad de cosas que tenían que ser modificadas, incluidas la trama, el protagonista y la atmósfera de la historia original. No tuvo el valor de enfrentarse el director, porque necesitaba el dinero, pero hubo incluso diferencias con él en cuanto a la elección del reparto: mientras Dahl prefería a Peter Sellers, los estudios le impusieron a Gene Wilder. A propósito de esta película, Dahl afirmaba en una entrevista realizada en 1974: “No me gustan mucho los directores de películas. Les falta humildad y están demasiado seguros de que todo lo que hacen está bien. El problema es que suele ser más bien al contrario. Dios, qué desastre hizo ese hombre [Mel Stewart] con Charlie”.

Esta decepción le llevó a negarse a cualquier otra adaptación de sus libros hasta que, en 1989, llegaron Garvin Miller y los estudios Disney para dirigir Danny, campeón del mundo. Otro fiasco, según Dahl, debido a un reparto equivocado. Curiosamente, los actores principales eran Jeremy Irons y su hijo en la vida real, Samuel Irons.

The Big Friendly GiantEse mismo año, Brian Cosgrove dirigió la adaptación del libro The Big Friendly Giant. Resultado: una animación bastante cutre convirtió la película en un desastre. Pero la cosa no quedó aquí: al año siguiente, en 1990, Nicolas Roeg dirigió Las brujas. Esta vez, Roald Dahl se llevó un disgusto más grande de lo habitual, dado que los responsables de la película decidieron cambiar el final en el último momento, cuando Dahl ya había vendido los derechos y no podía evitar la catástrofe: en lugar de quedar convertido en ratón, el protagonista vuelve a su apariencia humana.

Roald Dahl murió ese mismo año, nueve meses después del estreno de la película, el 23 de noviembre, y por suerte o por desgracia no tuvo la oportunidad de ver las distintas adaptaciones que se fueron realizando de su obra, especialmente de sus libros infantiles: James y el melocotón gigante (1996), Matilda (1996), The enormous crocodile (1999), Charlie y la fábrica de chocolate (2005), Fantástico Sr. Fox (2009)…

No es tarea fácil para un director estar a la altura del mejor escritor de libros infantiles y juveniles del siglo XX. Es más, es casi imposible. Quizá sea esto lo que explique por qué hasta ahora nadie ha conseguido convencernos de que la película es mejor que el libro…

Matilda

Fotograma de “Matilda”

* Artículo publicado originalmente en el número 72-73 de la revista Peonza, abril 2005

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