La escritora madrileña Paloma Muiña, con su obra Un cóndor en Madrid, ha resultado ganadora del XXV Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12.100 €.
El jurado estuvo presidido por la directora de Ediciones de Literatura del Grupo Edelvives, Belén Martul, e integrado por Marina Navarro, bibliotecaria; Ana López Andrade, profesora; Carmen Blázquez, crítica; Ignacio Sanz, autor galardonado en la anterior edición del premio; Violante Krahe, coordinadora del departamento de publicaciones generales de la editorial e Ignacio Chao, que actuó como secretario.
En Un cóndor en Madrid se cuenta la relación entre un niño y una niña de familia ecuatoriana, preocupados por la deriva del abuelo de ella, que tras el fallecimiento de su mujer se siente desnortado y con nostalgias de su país de origen. A juicio del jurado, «la obra destaca por su capacidad para relatar un hecho cotidiano —el vínculo que se establece entre dos niños de culturas diferentes— con un estilo sencillo, nada adoctrinador, ajeno a tópicos. Una historia de amor múltiple llena de sugerencias y extraordinariamente sensorial, en la que resulta tan relevante lo que se dice como lo que solo se sugiere, una contención narrativa que es , sin duda, uno de los mayores éxitos de la obra».
Paloma Muiña (Madrid, 1970) es periodista de formación, aunque ha desarrollado casi toda su vida laboral como editora de literatura infantil y juvenil para varias editoriales. Autora de varias obras para jóvenes lectores, en 2013 obtuvo el Premio de Literatura Infantil Ciudad de Málaga con el libro Treinta y tres días antes de conocerte.
En cuanto a la categoría juvenil, la escritora de origen bilbaíno Elena Alonso Frayle, con su obra La edad de la anestesia, ha resultado ganadora del XIV Premio Alandar, dotado igualmente con 12.100 €.
El jurado también ha estado presidido por la directora de Ediciones de Literatura del Grupo Edelvives, Belén Martul, y lo formaban María José Gómez-Navarro, editora; Luisa Mora, bibliotecaria; Ricardo Gómez, escritor; Pablo Barrena, crítico literario; Andrea Villarrubia, profesora; y Juan Nieto Marín, que actuó como secretario del mismo.
La novela está narrada en primera persona por Laura, una adolescente, hija de español y alemana, que nació con una cardiopatía y ha pasado su vida enferma, de hospital en hospital, sometida a varias intervenciones quirúrgicas. Sus padres se acaban de separar y ella se ha ido a vivir a Alemania con su madre, donde vuelven a intervenirla. Para recuperarse acude a un centro de rehabilitación para jóvenes enfermos del corazón. Allí conocerá a un chico cuyo abuelo está vinculado con un misterioso acontecimiento sucedido en la antigua Alemania del Este.
En palabras del jurado, La edad de la anestesia conjuga la investigación de un suceso con «profusas reflexiones sobre la culpa, el desarraigo personal, la falta de libertades individuales o lo efímero de la vida en un tiempo simbólicamente anestesiado, ya sea por la enfermedad o por un totalitarismo de Estado como el de Erich Honecker. La necesidad de la protagonista de indagar en su pasado en busca de significados, su constante estilo introspectivo y su indiscutible calidad literaria la hacen digna merecedora del premio».