Michele Lemieux
Ilustraciones del autor
Traducción de L. Rodríguez lópez
Lóguez, 2000
Este es un hermoso y audaz album que nadie debería ignorar. Y al decir nadie se designa a niños, adolescentes, maestros, filósofos, bibliotecarios, artistas, grafistas, políticos, teólogos, ecologistas, periodistas, madres, padres, madres, e incluso perros. Porque sobre el álbum corren muchos bulos, que se desmontan ante la contundencia de este libro. A saber:
Quien afirmó que el álbum es un libro sólo para niños chicos que aprenden a leer, deberá revisar sus argumentos ante éste (de un lúdico calado metafísico).
Quien afirmó que el álbum es una edición costosa a todo color, deberá revisar sus argumentos ante éste (de un esplendido y rico tratamiento en blanco y negro, a veces a punta seca, a veces collage, y a veces aguada).
Quien afirmó que el álbum es un libro de gran formato, deberá revisar sus argumentos ante éste (mucho más grande, pero de dimensiones más reducidas de las que se acostumbra).
Son, en efecto, 264 páginas, secuenciadas en lo que se podría llamar capítulos (algo raro en un álbum, ¿no?) que enfocan el crescendo y descrescendo de una noche tormentosa en la que una chiquilla que no puede dormir se plantea algunas preguntas planteadas o respondidas por su propia imaginación con imágenes de una contundencia gráfica acertada e ingeniosa. ¿Quién soy? ¿Qué temo? ¿Qué hay después de la muerte? Preguntas y respuestas tan simples como un mimo, tan sensatas como beber agua, tan críticas como una caricatura, tan profundas como un pozo. Y todas inteligentes. Incluidas las del perro. La autora obtuvo premios nacionales e internacionales con esta obra, que Lóguez nos hace accesible. Bravo.