Odile Waulersse
Ilustraciones de Rébecca Dautremer
Madrid: Edelvives, 2006
Nasrudín es un cuento popular que tiene un final con enseñanza. El escenario es un ambiente rural árabe, y el nombre y la historia están directamente ligados con la tradición sufí que utiliza a este personaje (a veces adulto, a veces niño; a veces sabio, a veces aprendiz) para recoger chistes y relatos breves con la intención de transmitir enseñanzas.
En esta ocasión, se trata del padre y el hijo que van con su burro sucesivamente al mercado a veces montado uno, a veces el otro, los dos… y en cada caso hay quien critica el uso que dan al burro. De esta manera se llega a la moraleja: siempre habrá quien critique lo que hagas y has de determinar hacer lo que creas sin temor a lo que otros digan y, menos aún, al hecho de poder hacer el ridículo.
Pero este Nasrudín, que aquí comentamos, es también un trabajo de Rébecca Dautremer, lo que empieza a inclinar el interés del álbum más hacia la ilustración que hacia el texto, que para muchos resultará una versión bien adaptada de un cuento ya conocido.
Para este texto de repeticiones de situaciones, con un ambiente donde importan más la luz (y por ello las sombras y los reflejos) y el calor que los escasos objetos, la ilustradora carga las páginas con el color, los distintos enfoques, el destacar a los personajes, las grandes superficies homogéneas, frente al barroquismo que es más frecuente en ella. Se adapta al texto y crea el contexto preciso.
No podríamos jugar al “veo-veo” como con la mayoría de sus dibujos por la economía en objetos y detalles que aplica. Esto llega a su máxima expresión cada vez que padre e hijo van a iniciar una nueva salida (y una nueva forma de ocupar el burro); y aparecen como figuras recortadas sobre fondo blanco, importando más los gestos y las expresiones que han de coincidir con la excusa, que el autor pone en boca de Nasrudín, sobre quién y cómo se va a sentar en el animal.
Su ajustada fidelidad a la atmósfera del cuento se despista en un par de detalles narrados con los dibujados, pero son casi imperceptibles, sin que importen en el estilizado resultado final.