La fantasía ha ofrecido al ser humano la posibilidad de crear personajes imaginarios que dan vida y ponen rostro a lo que es abstracto. Los monstruos se erigen como la representación de los miedos, cuya razón ha llevado a que la sociedad los utilizara para asustar, amedrentar, generar pánico o simplemente provocar mesura, obediencia o servilismo entre sus miembros, especialmente entre los más jóvenes.
En efecto, cuando los niños y niñas aprenden a reemplazar los objetos físicos por sus correspondientes imágenes mentales y tienen la posibilidad de imaginarse criaturas o darles vida en su mente a los objetos inanimados, la figura del monstruo cobra importancia como “una metáfora apta para un miedo común de la niñez, la ansiedad de la separación, que es el miedo que el niño tiene a ser abandonado y quedarse solo para defenderse por sí mismo” (Taylor). Por esta razón, los monstruos se suelen relacionar con la hora de ir a dormir, la noche, la soledad y la oscuridad. No obstante, la sociedad actual deja atrás paulatinamente la educación en base al miedo y a las represalias (físicas o psicológicas), por lo que los monstruos tienden a aparecer desmitificados en las producciones literarias infantiles actuales.
La mayoría de las representaciones del monstruo en estas obras, incluidas todas las que aquí serán referenciadas, se materializan en formato álbum. El éxito actual de estas producciones donde la imagen es la protagonista, pudiendo incluso dejar sin lugar al texto, se diferencian del libro ilustrado en que palabra e ilustración son concebidos “como unidad, una totalidad que integra todas sus partes designadas en una secuencia de interrelaciones”, como afirma Rosa Tabernero. La naturaleza del monstruo como personaje fantástico que tiene su origen en la fabulación del ser humano implica que su representación dependa del imaginario propio de cada receptor, pudiendo mostrarse con distintos rostros y apariencias en función del ilustrador que le da forma, de modo que son personajes muy interesantes para el trabajo en este tipo de formato, de lo que fue ya consciente Maurice Sendak cuando en 1963 escribe e ilustra el clásico literario Where the wild things are (Donde viven los monstruos).
En la actualidad, muchos de los álbumes ilustrados protagonizados por monstruos tienen como objetivo eliminar los miedos que dieran origen a estos seres, de modo que la identidad del monstruo sufre cambios radicales, acercándolo a la realidad del propio niño y llegando a representarlo como un igual, como sucede en los álbumes ilustrados ¡A dormir, monstruos! (2012), A todos los monstruos les da miedo la oscuridad (2013) o Yo mataré monstruos por ti (2011).
También es común encontrarse con monstruos que dejan atrás todo resquicio de su propio pasado y protagonizan álbumes donde se abarcan temas que preocupan en la contemporaneidad como la educación emocional o la diversidad, como El monstruo de colores (2012) y Monstruo rosa (2016), muy utilizados actualmente en las programaciones didácticas implementadas en las aulas de Educación Infantil.
Selección de álbumes ilustrados sobre monstruos (2011-2016)
Monstruos desmitificados
En el álbum ¡A dormir, monstruos! (Juventud, 2012), escrito e ilustrado por Ed Vere, un narrador en segunda persona se dirige al lector directamente haciéndole preguntas en cada página sobre las posibles intenciones de un monstruo que parece querer comerse al propio lector. Estas preguntas van guiando la acción, hasta que el monstruo llega a la puerta de la habitación del lector y entra en busca de “un asqueroso y enorme ¡BESO DE BUENAS NOCHES!”. De este modo se rompe la sensación de miedo e incertidumbre que el autor había creado en las páginas anteriores. En ese momento es cuando se hace explícita la identificación del monstruo con el propio lector-niño: “Porque es hora de dormir para los monstruos de todo el mundo. Los grandes como él… y los pequeños como tú”.
El álbum A todos los monstruos les da miedo la oscuridad (Kókinos, 2013), de Michael Escoffier y Kris di Giacomo, justifica los extraños ruidos que por la noche parecen surgir para atemorizar a los que intentan conciliar el sueño representando a un grupo de monstruos asustados por la oscuridad que se esconden en los cajones, armarios o debajo de la cama y que provocan los extraños sonidos. En este álbum se utiliza de nuevo la segunda persona y el narrador se dirige directamente al lector en varias ocasiones, como al final de la historia, cuando lo acerca a la realidad de los asustados monstruos y se establece la identificación monstruo-lector:
Porque más allá de sus aullidos y de su aspecto amenazador, más allá de su castañeteo de dientes y de sus lamentos…
… En todos los monstruos late el corazón de un niño.
Yo mataré monstruos por ti (Principal de los libros, 2011), con texto del cantante español Santi Balmes, del grupo Love of Lesbian, e ilustraciones de Lyona, cuenta la historia de Martina, una niña que no puede dormir por temor a los monstruos que cree que viven en un mundo paralelo bajo sus pies, hasta que su padre le dice que él matará monstruos por ella dándole una idea para que no tenga miedo, puesto que el tamaño de los monstruos depende del miedo que se les tiene. Cuando finalmente se duerme, Martina sueña con el mundo bajo sus pies y con Anitram, la monstrua que la refleja. Anitram, al igual que Martina, tiene miedo al mundo de humanos que cree que existe bajo sus pies y no puede dormir hasta que su padre le dice que él matará miedos por ella, que desaparecen cuando uno mismo se crece. Cuando finalmente ambas duermen, habiendo enfrentado sus miedos y siendo capaz de controlarlos, sus brazos, colgados por el lateral de sus camas, se tocan, dándose cuenta de que sus temores no estaban en relación con ser monstruos o humanos, puesto que eran fruto del desconocimiento mutuo y las fabulaciones que a través de la imaginación se crean para dar forma a lo que no la tiene:
Y las dos se dieron cuenta de que habían tenido miedo la una de la otra porque aún no se conocían. Y a partir de entonces, las dos dejaban caer su brazo, cada noche.
Cada noche.
BUENAS NOCHES.
Monstruos contemporáneos
La educación emocional tiene como objetivo el desarrollo de las competencias emocionales, las cuales incluyen una serie de actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales (Rafael Bisquerra). Los constantes cambios que afectan a la consolidación del sistema de valores, así como las implicaciones de la presencia cada vez mayor de las nuevas tecnologías en el desarrollo de la capacidad social, supone que las emociones, provocadas por la interacción con el otro o con el mundo que lo rodea se descontrolen y necesiten de nuevos procedimientos para su regulación.
En el álbum El monstruo de colores (Flamboyant, 2012), escrito e ilustrado por Anna Llenas, se echa mano de la identificación emoción-color para poder diferenciar e identificar las distintas emociones y así poder adquirir capacidad de reacción cuando se vuelven demasiado intensas o se descontrolan. La historia la guía una niña que ayuda al monstruo de colores a ordenar sus emociones en distintos tarros que representan la alegría (amarillo), la tristeza (azul), la rabia (rojo), el miedo (negro) y la calma (verde), puesto que “ordenadas funcionan mejor”. Gracias a la armonía que siente el monstruo al haber ordenado sus colores-emociones, descubre una nueva, el amor (color de rosa).
En el álbum Monstruo Rosa (Apila Ediciones, 2016), escrito e ilustrado por Olga de Dios, se hace un canto a la diversidad como elemento enriquecedor para nuestra sociedad. La historia comienza presentando al protagonista, Monstruo Rosa, quien había sido distinto a los demás desde incluso antes de su nacimiento. En una sociedad blanca y negra, sin color ni alegría, sin luz y sin sol, Monstruo Rosa no encuentra su lugar y decide ir en busca de un nuevo hogar. Después de días de viaje se encuentra con un mundo opuesto a lo que él había conocido, colorido, alegre y diverso, donde finalmente se siente incluido y puede ser realmente feliz. El uso de los colores y de la propia creatividad de la ilustradora para metaforizar la belleza de lo diverso hace de un álbum con una trama realmente sencilla una obra imprescindible en el recorrido literario de los más pequeños.
Referencias bibliográficas
- Balmes, S. y Lyona. Yo mataré monstruos por ti. Barcelona: Principal de los Libros, 2011.
- Bisquerra, R. (coord.). Educación Emocional. Propuestas para educadores y familias. Bilbao: Desclee de Brouwer, 2013.
- De Dios, O. Monstruo Rosa. Zaragoza: Apila Ediciones, 2016.
- Escoffier, M. y K. di Giacomo. A todos los monstruos les da miedo la oscuridad. Madrid: Editorial Kókinos, 2013.
- Hijano del Río, M., C. Lasso de la Vega y F. C. Ruiz Morales. “La enseñanza del miedo en la infancia: el Hombre del Saco, el Sacamantecas y otros ‘asustachicos”. Fuentes: Revista de la Facultad de Ciencias de la Educación, 11, 175-194 (2011).
- Llenas, A. El monstruo de Colores. Barcelona: Editorial Flamboyant, 2012.
- Tabernero Sala, R. Nuevas y viejas formas de contar: el discurso narrativo infantil en los umbrales del siglo XXI. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005.
- Vere, E. ¡A dormir, monstruos! Barcelona: Editorial Juventud, 2012.
Muy buena editorial