Brian Selznick
Traducción de Ana H. de Deza
Madrid: SM, 2012
Superar la originalidad y el éxito de La invención de Hugo Cabret no era tarea fácil: Brian Selznick sorprendió con un libro original, entretenido y visualmente hermoso, una obra de arte para jóvenes lectores (y no tan jóvenes…) que además acabaría cobrando vida en tres dimensiones con igual éxito, lo que indudablemente terminaba de subrayar la importancia de esta novela.
Quizá Selznick no tuviese en cuenta todo esto, pero desde luego lo ha conseguido. Maravillas tiene todas las papeletas para entrar en la lista de imprescindibles de cualquier biblioteca y lejos de eclipsar al fantástico Hugo, consigue realzar un estilo propio. De hecho, en él se pueden ver algunos de los temas habituales de este escritor: el cine mudo, un misterio de otra época pendiente de ser resuelto, el descubrimiento de la verdadera amistad en el momento más inesperado, la relación entre un padre y su hijo… Y, cómo no, el zoom que va acercando una imagen al lector como si al pasar las páginas se sucedieran una serie de diapositivas.
Con un esquema y una estructura similares a las de Hugo, Maravillas cuenta dos historias en dos momentos bastante alejados en el tiempo, dos historias paralelas relatadas a través de palabras y de imágenes que transcurren en direcciones opuestas hasta encontrarse, cruzarse y mezclarse de forma absolutamente armónica.
Aunque el título podría considerarse una definición breve y muy exacta del propio libro, en realidad está haciendo referencia al gabinete de maravillas del Museo Americano de Ciencias Naturales, el lugar «mágico» elegido esta vez como escenario para esta fantástica aventura con esqueletos de ballenas gigantes y un planetario cuyo cielo brilla plagado de estrellas y donde los dioramas congelados en el tiempo y en el espacio son el punto de encuentro entre una historia y otra.
Por un lado, tenemos a Ben, que está sordo de un oído, su madre acaba de morir y no sabe quién es su padre. Tiene pesadillas recurrentes con unos lobos que le persiguen y amortigua su nostalgia repasando los objetos que colecciona en una caja que su madre le regaló, objetos sin un valor aparente pero que para él son toda una vida: una tortuga hecha de conchas, una linterna, un fósil… Una serie de hechos fortuitos durante una tormenta le llevan a descubrir una pista sobre quién podría ser su padre y no lo duda un instante. Sin embargo, el camino no va a ser fácil: a consecuencia de la tormenta pierde la audición de su oído sano y su aventura le lleva a conocer los «silenciosos» sonidos de la inmensa Nueva York. Su viaje no es solo el descubrimiento de una ciudad, es la búsqueda de sí mismo, de su propia historia a través de la de sus padres, y del nacimiento de una pasión que, sin saberlo, compartía ya con su padre…
Rose, por otro lado, es una niña sorda e incomprendida cuyos padres no saben cómo tratar y, sin querer, la aíslan (aún más) del mundo que la rodea. Su historia apenas tiene palabras, solo imágenes que muestran un Nueva York de otra época, en un momento de esplendor y de cambios, especialmente en la industria cinematográfica con el nacimiento del cine sonoro. Una instantánea muestra ese momento de transformación que supuso un hito en la historia del cine y con ella, Selznick, con gran maestría, invita a la reflexión: lo que supone un avance para la mayoría de las personas es una barrera más para una niña sorda amante del cine y acostumbrada a «leer» las películas de su actriz favorita.
Selznick no parece por tanto intimidado por el éxito de Hugo, más bien al contrario: se crece, se hace grande a sí mismo y consigue un nivel superior en su capacidad para contar/transmitir una historia. Sus ilustraciones adquieren una madurez claramente apreciable, como si él mismo se diera cuenta de la necesidad de otorgarles un protagonismo que ya merecían pero que no se les había concedido del todo. Las imágenes de los años veinte parecen instantáneas sacadas del fotograma de una película muda, y sus dibujos del Museo Americano de Ciencias Naturales son como postales, como Polaroids que, en apenas 8 por 10 centímetros, captan un instante en el tiempo que queda para siempre impreso en la retina.
Maravillas es un relato hermoso sobre el descubrimiento, la tenacidad y los obstáculos que todos y cada uno de nosotros debemos superar día a día.
(En este enlace puedes hojear las primeras páginas del libro)