Madrechillona

Madrechillona (Jutta Bauer)Jutta Bauer
Ilustraciones de la autora
Salamanca: Lóguez, 2001.

Los libros sobre el afecto y la relación entre madres e hijos pequeños están de moda; incluso recientemente comienzan también a aparecer los padres, ahora amorosos y juguetones. En esta línea, un extraordinario álbum, traducido del alemán, enriquece el consistente catálogo de Lóguez. Madrechillona es una obra tierna y graciosa, pero, a su vez, impermeable a la banalidad con la que frecuentemente se presenta la afectividad de los pequeños.

Se inicia la narración. Una voz en primera persona introduce imágenes de gran potencia expresiva: “Esta mañana mi madre me chilló de tal forma que salí volando en pedazos”. En estas primeras líneas ya se identifica al narrador: un pequeño pingüino (de una edad cercana a la de los niños que aún caminan con torpeza). Este inicio también sitúan al lector en una situación de partida sumamente conflictiva: el desmembramiento del pequeño, que transcurre por los territorios de lo simbólico, la identidad y la metáfora.

La narración continúa. En las páginas pares está el texto -una voz que mantiene la identidad del personaje- que da cuenta del destino de cada una de las partes del cuerpo del pingüino. En las páginas impares están las ilustraciones, que muestran imágenes literales con relación al texto que, sin embargo, podrían ser clasificadas de surrealistas: una cabeza que vuela por el universo, un cuerpo que flota en el mar, unas alas de pingüino que vuelan por la selva tropical…

El grito de la madre ha “descompuesto” al pequeño pingüino. El desmembramiento es una metáfora para representar el sentimiento de angustia ante la inseguridad de no sentirse querido y no entender la reacción del otro. Es un sentimiento paralizante que le impide al pequeño pingüino buscar soluciones. Como no tienen cabeza, ni pico, ni alas, no puede gritar, ver, o aletear. La conciencia, es decir la noción de un yo íntegro, sólo está en la voz que construye una narración para darle forma a un movimiento interno que los niños pequeños aún no pueden expresar con palabras.

La voz sigue contando. Los pies, desorientados comienzan caminar sin rumbo: salen de una ciudad, llegan a un paisaje polar, donde son observados por la cabeza que flota en el universo y que, ahora, hace las veces de luna; llegan al desierto de Sahara al anochecer. Este recorrido de los pies introduce en la narración un elemento temporal que alude a que el estado de desmembramiento no es de larga duración. La narración simbólicamente transcurre de la mañana a la noche.

Llega el final. En el cálido y desolado paisaje desértico la madre viene a buscar a los pies. Poco a poco ha ido recogiendo las partes desmembradas del pequeño pingüino y las ha cosido como si fuera un muñeco de peluche, en una bellísima metáfora de lo que los psicoanalistas llamarían “reparación”. en un poético barco que atraviesa el desierto, la madre y el hijo reconstituido, emprenden un viaje hacia el sol poniente. Los pingüinos se unen en un cálido abrazo que se anticipaba, para tranquilidad de los pequeños lectores, en la página de título.

“Perdón”, ha dicho Madrechillona en la frase final, una fórmula con el poder de reparar las grietas que surgen en las relaciones humanas. Y aunque esta frase esté al final de una narración que tiene la duración psicológica de un día (de la mañana a la noche), hay indicios de que el tiempo transcurrido ha sido mucho más corto. Es así como la ilustración de la segunda página muestra una madre arrepentida desde el momento mismo en que percibe los efectos que sus gritos han tenido en el yo de su pequeño, ahora desmembrado. No hay una larga ruptura, aunque para el pequeño pingüino el tiempo y los espacios son enormes, la madre se ha arrepentido inmediatamente después de gritar.

Este libro no le teme a presentarles a los pequeños la afectividad con sus matices oscuros. Tampoco se amilana al desarrollar una narrativa en la que se pierde la coherencia individual y en su lugar, se presenta a un personaje desmembrado y dinámico. Es ésta una de las características principales que Moss (basándose en Lodge y Wollen) señala cuando explica las características de los álbumes atemperados con la postmodernidad.

Varios e importantes son los aciertos de este hermoso álbum. Creo que vale la pena nombrarlos: el abordaje de un sentimiento, la ansiedad, poco tratado en los libros para los muy pequeños ( y poco reconocido socialmente en la infancia). La creación, a través de la relación entre texto e ilustraciones, de imágenes potentes y de gran plasticidad que aluden a la experiencia de los niños. La secuenciación de estas imágenes en una narrativa bien trazada en la que se resuelve una situación inicial conflictiva. El humor tierno y reafirmante (por ejemplo en el correlato de la mamá-tigre con alas que el pequeño mira con espanto). La apelación a padres y niños que da la posibilidad de una lectura íntima y conjunta.

Pero sobre todo Madrechillona es una oferta literaria a niños muy pequeños que les propone iniciarse en la metáfora. En este caso, una metáfora de las emociones logra, con acierto, belleza (y sin edulcorantes) presentar un aspecto complejo de la experiencia humana y nuestra relación con los otros.

6 comentarios en “Madrechillona

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  2. Claudia
    21/12/2008 a las 23:25

    Soy una madre-chillona…mucho y me sent¿ tan identificada con esta madre pinguino, que chilla…las madres no somos perfectas y me gusta que un libro lo muestre…y el final absolutamente liberardor.

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