Jostein Gaarder
Madrid: Siruela, 2004
Lik y Lak son dos niños tan normales y tan especiales como cualquier niño: curiosos, juguetones, con ganas de aprender… sólo tienen algo realmente diferente: no tienen ombligo.
A partir de estos personajes Gaarder nos sumerge en un mundo diferente: la tierra de Sukhavati donde no hay noche, ni tiempo, donde no hace falta comer… aquí comenzará la aventura de estos niños que no han conocido otro lugar hasta entonces y que van a adentrarse en el Mundo.
Así con esta aventura Gaarder consigue, como es habitual en él, mezclar literatura y filosofía y hacer que en medio de la aventura comencemos a plantearnos ciertas preguntas sobre el Mundo en el que vivimos, sobre el pasado y el presente.
Pero sobre todo Gaarder hace que nos cuestionemos la realidad misma y nos desvela que en realidad el mundo es solo un gran cuento. Así la realidad no es más que literatura, en realidad ni siquiera es narración escrita es solo un relato oral y por tanto podría no haber sido como es, podría haber sido de cualquier otra forma.
Y si bien la idea no es original, y no digo que Gaarder pretenda serlo, sí que es una aproximación interesante y sí que la historia consigue generar un debate sobre el tema.
Sin embargo me parece que en este libro se notan un poco las costuras, el mensaje, el planteamiento filosófico no deja a veces que la historia crezca y hay ciertos conflictos que se resuelven de una forma un tanto forzada.
También es interesante comentar que Gaarder no sólo plantea preguntas sino que también da algunas respuestas que se podrían interpretar como un cierto sesgo religioso. Porque el cuento fue creado por Oliver y Olivia, ambos habitantes de Sukhavati han soñado el mundo, se han tomado el esfuerzo de hacer que el mundo fuera una realidad, y desde ese lugar de creadores nos miran e incluso nos aleccionan por no cuidar el mundo lo suficiente.
Pero por encima de todo, Lik y Lak son dos personajes muy humanos a pesar de venir de otro mundo y con ellos nos enfrentamos a las preguntas, a las dudas y sobre todo a la responsabilidad y a la dificultad de la toma de decisiones. Elegir es difícil pero con la dificultad y el dolor, los niños terminan eligiendo y nosotros, como lectores, cerramos el libro con esa misma sensación de alegría y tristeza, sintiendo que también nosotros hemos perdido algo en Sukhavati.