Russell Freedman
Editorial Lóguez, 1999
No todos los libros sobre indios norteamericanos se encuentran en la sección de “civilizaciones exóticas” de una librería o en las tiendas de carácter alternativo junto a los CDs de música New Age. Afortunadamente hay algunos al alcance de aquellos que simplementequieren conocer su historia y su cultura. Este en concreto cuenta esa parte de la historia de la América del Norte más frecuente y deliberadamente olvidada; lo conforman las biografías de seis grandes jefes que hubieron de guiar a su pueblo en momentos críticos a causa de las dramáticas relaciones mantenidas con el hombre blanco.
A pesar de lo que puediera parecer, Freedman no pretende construir un libro de tesis, por lo que huye de divisiones maniqueas entre buenos y malos. Simplemente narra los hechos con una claridad expositiva que no necesita de mayores explicaciones porque éstos hablan por sí solos. En todos los casos se producen las mismas constantes repetidas con una precisión casi milimétrica: unos ocupan pacíficamente o por la fuerza (lo más frecuente) la tierra que pertenece a otros. Estos últimos, más débiles, pueden aceptarlo de buen grado o resistirse, pero el final siempre es el mismo: la reclusión en reservas o la muerte.
El libro carece de epílogo: deja que cada lector saque sus propias conclusiones. En un capítulo dedicado a sus relaciones con los indios, el actor Marlon Brando dice en su autobiografía Las canciones que mi madre me enseñó: “John Wayne probablemente causó más daño a los indios que el general Custer en toda su vida, al proyectar la imagen estúpida de un blanco valiente que lucha en la frontera contra los salvajes ateos”. Para actuar contra este tipo de falsos estereotipos es para lo que presumiblemente ha escrito Russell Freedman. He dicho anteriormente que el libro no construye una tesis, pero sí consigue algo muy importante: crear conciencia de una realidad histórica cuyas consecuencias todavía hoy son visibles.