Hay ciertos libros en la biblioteca que, sin importar cuántos tengamos, nunca serán suficientes. Más aún, detrás de ellos hay lista de reserva, fila de espera y, en ocasiones, hasta malestar y llanto porque no todos pueden llevárselos a casa. Estamos hablando de la serie I Spy y ¿Dónde está Wally?
Quiero darles algunas recomendaciones para su uso y lectura en casa de manera que sea visto como una oportunidad para apoyar, en familia, habilidades básicas de comprensión y pensamiento crítico y creativo.
A pesar de que estos libros no tienen mucho texto, y por eso pareciera que no son de leer, son excelentes herramientas pedagógicas en múltiples sentidos. Con ellos se puede desarrollar el vocabulario usando el texto que aparece en cada imagen, que da pistas, permite solucionar adivinanzas y sugiere la búsqueda específica de objetos o elementos determinados. Estos libros también son buenos para ejercitar el pensamiento crítico puesto que es necesario mirar con atención, tener claridad exacta sobre el objeto que se busca, recurrir a la memoria visual y desentrañar con calma cada sección de la imagen. Además, son un gran ejercicio para desarrollar la orientación espacial, habilidad primordial para la escritura y la lectura, porque permite poner en práctica la lateralidad, la ubicación de los objetos y la comparación. Asimismo, la gran riqueza visual de cada imagen, favorece múltiples opciones de creación literaria. Por último, como la imagen suele ser saturada y con muchos objetos camuflados, hay que recurrir a la persistencia y a la paciencia. Sobra decir que con estos libros, todos los ejercicios son posibles en cualquier idioma.
Los libros de I Spy, desarrollados por Walter Wick y Jean Marzollo, presentan imágenes grandes, coloridas y colmadas de dibujos y símbolos. Cada página tiene un tema en particular y en la parte inferior siempre hay un texto que determina, inicialmente, qué objetos buscar. Es bueno y oportuno empezar aclarando y aprendiendo ese vocabulario (quizás con la ayuda del diccionario). Luego, hay que traducir mentalmente el significado de una imagen y hallarla. Pero el proceso también puede ser a la inversa: se pueden dar palabras a todos los objetos que hay en la imagen y jugar a retar a los distintos lectores. Por ejemplo, “tratemos de buscar una extraña mariposa”.
El objeto a encontrar también puede tener utilidad, destino y material con el cual está elaborado y con esa información se puede definir. Por ejemplo, en la imagen a continuación, hay un gancho de nodriza, que se puede definir con los siguientes atributos, omitiendo la palabra: “hay un objeto de metal, su extremo pica, para cerrarlo hay que presionar uno de los delgados lados, se usa para sujetar la ropa y antes de los pañales desechables, con ello se sujetaba la tela que se usaba como pañal”.
El máximo aprovechamiento del libro se logra cuando prima el uso del lenguaje –y no los dedos– para indicar el objeto hallado y se recurre a adjetivos y adverbios claros y contundentes. Por ejemplo, en la imagen del libro, “la letra h está en la esquina inferior izquierda, diagonal a la trompa del elefante, debajo de la letra d, arriba de los tres clips de papel, hay una flecha que la señala en línea paralela y una figura humana jugando baloncesto en dirección sureste”
Los libros de Martin Handford, ¿Dónde está Wally?, permiten también múltiples experiencias pedagógicas. Para empezar, la imagen favorece la discriminación visual precisa y detenida, puesto que hay muchos elementos semejantes y repetidos, pero solo uno es el que se debe buscar. En todos es necesario leer, proceso que muchos obvian, porque hay en cada página pistas e instrucciones claras para hallar a Wally y a otros tantos personajes. En cada página hay un solo personaje de jersey a rayas rojas y blancas, un gorro a conjunto y un bastón, camuflado y escondido, pero los otros objetos pueden repetirse varias veces; una opción interesante es contar la cantidad de objetos específicos en cada página, reforzando la memoria y la percepción matemática. Cada página también puede dar pie a un ejercicio de descripción.
Por ejemplo, se puede decir que la imagen a continuación es “una manzana de una ciudad en un día de fiesta, en el centro una imponente fuente de agua refresca la vista de los paseantes, hay tiendas o escaparates de ventas varias en la plaza cerca de la fuente y la gente aprovecha para caminar y comprar; algunos han llevado a sus mascotas; hay varios medios de transporte circulando por las calles: carros, motos y ciclas; un carro y una camioneta se acaban de chocar y dos policías corren rápidamente a la escena del accidente” . Además de esto, las múltiples subescenas en cada página permiten el desarrollo del pensamiento creativo y de la escritura, puesto que al dividir la escena en varios recuadros, es posible, también, inventar una historia para cada uno.
Este tipo de ejercicios con los libros de búsqueda –tan populares entre los niños– son ejemplos válidos de excelentes ejercicios de construcción de lenguaje y de percepción matemática o espacial. Quizás lo más importante de ellos es que favorecen una lectura compartida, divertida y especial, y un momento de esparcimiento agradable, a la vez que provechoso, en familia.
Las imágenes están tomadas de: rebobinatumemoria.blogspot.com y lifelivedinunknown.blogspot.com