La joven de las naranjas

Jostein Gaarder
Madrid: Siruela, 2003

“El cuento vive en nosotros, vive con nosotros. Somos cautivos del cuento. Más allá de toda división política, cultural e histórica, el cuento proporciona a la humanidad en su conjunto una lengua materna común”, asegura el reputado Jostein Gaarder (Oslo, 1952).

Un padre, sabiendo de la poca existencia que le resta de vida, decide contarle a su hijo una historia. Una historia insignificante si la comparamos con la grandiosidad del Cosmos. Y lo hace como se ha hecho desde tiempos pretéritos: en forma de cuento. Un cuento escrito en un viejo ordenador que años mas tarde el hijo (15 añitos) leerá, nos leerá. Y lo de siempre: chico conoce chica. Y se enamora. Y viceversa. Pero hay algo más: el Mundo, la Vida como cuento.

Confesaré al lector que sabía de la existencia del telescopio Hubble y también de Jostein Gaarder. El mundo de Sofía, El castillo de las ranas, El vendedor de cuentos no me eran títulos desconocidos. Pero no los había leído, tampoco a día de hoy (no me vanaglorio de ello). Mi recelo a los grandes superventas y otros títulos más cercanos me alejaban de ellos. Así que me encaramé a La joven de las Naranjas con algo de vértigo. También con el ánimo de aprender. Son más de ciento sesenta paginas, así que algo se me ha quedado. Por ejemplo: que Gaarder es un excelente narrador, que escudriña en el alma del lector hasta retorcerla, hasta emocionar, que sabe dosificar, que sabe enganchar, que sabe como nadie que el genero “cuento tradicional” murió en una noche estrellada de hace muchos muchos años. Confirmada la defunción, Gaarder inventa el CUENTO del siglo XXI, o por lo menos coloca las primeras bases y reglas (Blancanieves, La Bella Durmiente, Cenicienta y la Coca cola son citadas reiteradas veces de forma intencionada y nada causal).

Me atrevo a decir que Gaarder (un libro por año) no ha visto El sol del membrillo, yo sí. Y recuerdo perfectamente como Antonio López observa uno a uno los membrillos del membrillero que pretende “fotografiar”. Así que cuando trepé a la rama 85, La Joven de las Naranjas quedó al descubierto. Todas las naranjas por el suelo y más de la mitad del libro por delante. Pero el nombre-fisonomía-semblante de la chica es lo de menos. A partir de ese momento Jostein Gaarder le da la vuelta al calcetín y nos arrastra hasta su objetivo final: relatarnos lo misterioso que puede ser el Universo y la vida diaria. “Si eliges vivir también, eliges morir”, le recuerda, por escrito, el padre al hijo once años después de expirar.

Acabo:

La Joven de las Naranjas no es sólo una historia de amor, es algo más. Búscalo. Si eliges vivir, también eliges leer.

Posdata:

Aunque sólo sea por husmear prometo leer más títulos del reconocido autor noruego (me gusta más noruecio).

Es innegable que Gaarder es un escritor de fama internacional. Es obvio que existen autores invisibles. Espero que no pase desapercibida la portada del maravilloso Quint Buchholz (El coleccionista de momentos, Duerme bien pequeño oso).

1 comentario en “La joven de las naranjas

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