La novela del escritor escocés Robert Louis Stevenson La Isla del Tesoro ha contado con innumerables ediciones ilustradas desde que fue publicada inicialmente en 1881 en una revista juvenil británica. El siguiente artículo propone una revisión de tres, hechas por distintos artistas en Francia, Chile e Inglaterra, y que juntos abarcan 100 años: desde 1885 a 1985. Detenerse en las ilustraciones de esta narración no es trivial: Stevenson mostró preferencias por la forma en que su texto era ilustrado. Este recorrido, además, permite ver de qué forma las ilustraciones de La Isla del Tesoro han contribuido a moldear el imaginario que rodea a los piratas y a que sea un clásico incombustible, después de 140 años.
La Isla del Tesoro es una novela que ha poblado los sueños y pesadillas de varias generaciones de lectores. Es difícil resistirse a un relato que involucra el mapa de un tesoro oculto y a fieros bucaneros que lo desean. Algo que sabía su autor, el escocés Robert Louis Stevenson: “Nunca hubo un niño que no haya buscado oro y haya sido pirata” (1), escribió en una carta. Por supuesto, la atracción por esta obra se debe también a la prosa de Stevenson —tan admirada por Borges—, que crea emocionantes situaciones con estos elementos y a los oscuros y fascinantes personajes que atraviesan la narración.
El joven Jim Hawkins es el principal narrador de La Isla del Tesoro. Es a la posada de su familia, llamada “Almirante Benbow”, a la que llega un misterioso y malhumorado marinero, Billy Bones, que solía cantar: “Fifteen men on a dead man’s chest, Yo-ho-ho, and a bottle of rum”, dando comienzo a la aventura. Jim, posteriormente, se embarca desde Bristol a bordo de la Hispaniola en la búsqueda de un tesoro —gracias a un mapa que cae en sus manos—, junto a Trelawney, el doctor Livesey, el capitán Smollett y, sin saberlo, también junto a codiciosos bucaneros, siendo el más célebre entre ellos el temible Long John Silver.
Que sepamos reconocer a un pirata se lo debemos, en gran parte, a Stevenson. La Isla del Tesoro no es la única, pero sí la más célebre narración de piratas que existe, y es en esta novela donde encontramos varias de las características que asociamos a estos hombres. Un pirata es alguien sanguinario, bebedor de ron, conocedor de mil lugares e historias, que camina vestido con un abrigo largo, un tricornio en la cabeza, un catalejo bajo el brazo y, probablemente, sin una pierna y con un loro sobre el hombro. Pero sería injusto no responsabilizar también a algunos de los numerosos artistas que han ilustrado este relato y que con el tiempo se han convertido en referentes visuales ineludibles.
La primera ilustración
La Isla del Tesoro comenzó con una imagen. Un lluvioso verano del año 1881, Stevenson se alojó en un hogar en la ciudad de Braemar, en Escocia, junto a su familia y su hijastro, el pequeño Samuel Lloyd Osbourne. Ambos, para entretener sus pensamientos, solían pasar tardes juntos dibujando y pintando. En una ocasión, Stevenson, particularmente inspirado, hizo un mapa que encendió su imaginación. Lo cuenta así en su ensayo tardío La Isla del Tesoro: mi primer libro: “Mientras dibujaba mi mapa de la isla del Tesoro, empezaron a aparecer entre los bosques imaginarios quienes serían los personajes del libro; y sus rostros cafés y sus armas brillantes surgieron ante mí de cuartos insospechados, peleando y buscando un tesoro, en los pequeños centímetros de aquella proyección plana (…) Lo siguiente que supe fue que tuve papeles enfrente mío y empecé a escribir una lista de capítulos” (2).
La Isla del Tesoro se convirtió finalmente en una novela de 34 capítulos, que Stevenson escribió influenciado por Robinson Crusoe, de Daniel Dafoe, relatos de aventuras de Edgar Allan Poe y Washington Irving, además de viejas leyendas sobre bucaneros. El trabajo de escritura le tomó poco tiempo y el mismo año en el que concibió la historia, fue publicada. La revista juvenil británica Young Folks imprimió Treasure Island or the Mutiny of the Hispaniola (cambiando el título original de Stevenson, The Sea Cook), con el autor bajo el seudónimo de Captain George North, desde el 1 de octubre de 1881 hasta el 28 de enero de 1882.En Young Folks, La Isla del Tesoro incluyó sólo dos ilustraciones. Ambas en el número 565 de la revista, que ilustran los capítulos 1 y 2, con la presencia del mismo personaje: el ya mencionado Billy Bones. La primera ilustración es pequeña y muestra a Billy Bones entrando a la posada “Almirante Benbow”, mientras que la segunda, de mayor tamaño, nos deja ver al mismo personaje junto a uno de sus ex camaradas, Black Dog; ambos de espalda con sus machetes desenfundados.
Es poco, realmente, lo que alcanzan a transmitir estas ilustraciones en el periódico del enfrentamiento entre ambos bucaneros o de las terribles y detalladas características de Billy Bones descritas por Stevenson, a través de Jim Hawkins: “Era un hombre alto, fuerte, pesado, de color de nuez; la coleta embreada le caía sobre los hombros de la casaca azul, cubierta de manchas; tenía las manos agrietadas y llenas de cicatrices, con las uñas negras y rotas; y la cuchillada, que cruzaba una de sus mejillas, había dejado un corte lívido, de sucia blancura (…) Sus espantables relatos eran de ahorcados y de «pasear por la tabla», de tormentas en el mar, de la isla de la Tortuga y de terribles hazañas y extraños parajes en la América española. Por lo que él mismo contaba, debía de haber pasado su vida entre las gentes más desalmadas que habían navegado los mares; y el lenguaje en que refería esas cosas escandalizaba a nuestra sencilla gente rural tanto como los crímenes que relataba”.Que La Isla del Tesoro estuviera apenas ilustrada en Young Folks, fue algo que no molestó a Stevenson: “No seré ilustrado: una bendición; es el precio que debo pagar por conservar mis derechos de autor” (3), escribió en una carta. Stevenson, sabemos ahora, tenía desde el comienzo un objetivo más ambicioso para su novela: publicarla en un libro.
Francia, 1885: las ilustraciones aprobadas por Stevenson
La primera edición de La isla del tesoro fue impresa en el año 1883 por la editorial Casell and Company, de Londres. No tuvo ilustraciones, pero sí un gran éxito, lo que motivó a editores de otros lugares del mundo a publicarla también. Fue así como en 1884 la novela se publicó en Estados Unidos por Robert Brothers, de Boston, con 4 ilustraciones de F.T. Merrill, convirtiéndose en el primer libro ilustrado de La isla del Tesoro. La opinión de Stevenson sobre las ilustraciones de Merrill: repugnantes. En 1887, a propósito de una reedición, le advirtió a Charles Scribner: “Recuerda eliminar las repugnantes ilustraciones americanas y obtén las ilustraciones llenas de vida hechas por Roux, publicadas por Hetzel” (4).
Las ilustraciones a las que Stevenson se refiere son las hechas por George Roux para la edición francesa de La Isla del Tesoro, del editor Pierre-Jules Hetzel, publicada en el año 1885.
En una carta a su padre fechada el 28 de octubre de 1885, Stevenson comenta su entusiasmo: “Una versión ilustrada de La isla del Tesoro se lanzará el próximo mes. Tengo una copia y las ilustraciones francesas son admirables. El artista se basó en los grabados de Hogarth; está lleno de fuego y espíritu, puede dibujar y componer, y ha entendido el libro como lo planeé. Tiene sólo uno o dos accidentes, como hacer la Hispaniola un bergantín. Te enviaría mi copia, pero es mi nuevo juguete y no quiero divorciarme de este deleite” (5).
El francés Georges Roux —recordado sobre todo por sus ilustraciones para las novelas de la serie Los viajes extraordinarios, de Jules Verne— tuvo habilidad para hacer escenas llenas de detalles y emoción, ante las cuales las de Merrill se ven simples y anodinas. Roux, además, dio verosimilitud a las ilustraciones al ser fiel a la época, lo que se ve en los escenarios y en las vestimentas de los personajes; una tarea difícil, si recordamos que La Isla del Tesoro transcurre aproximadamente 100 años antes de su era, en algún momento del siglo XVIII, y en un país que le era ajeno, Inglaterra. La estrategia de Roux la podemos inferir de la carta de Stevenson: basarse en la obra de Hogarth. William Hogarth fue un reconocido artista, grabador e ilustrador nacido en Londres en 1697, que se interesó por retratar la vida de la gente común de la Inglaterra de su época, el siglo XVIII. Para Roux, Hogarth fue una influencia artística y una fuente histórica.
Roux es importante para la historia de La Isla del Tesoro ilustrada, no sólo porque contó con la aprobación de Stevenson, sino también por la gran influencia que ejerció en las ediciones ilustradas que siguieron y hasta en las versiones cinematográficas que ha tenido la novela.Chile, 1941: la edición de Amster y Coré
En el año 1941, cuando La Isla del Tesoro era ya una obra popular, la empresa Editora Zig-Zag publicó en Santiago una edición ilustrada de este relato. Participaron en la publicación dos de los artistas gráficos más importantes del momento, que marcaron la historia de la ilustración y el diseño editorial chileno: el diseñador y tipógrafo Mauricio Amster y el artista Mario Silva Ossa, más conocido como Coré, considerado por el investigador Manuel Peña Muñoz, en su texto Historia de la literatura infantil chilena, como “el primer gran ilustrador de libros para niños que hubo en Chile” (6).
La edición de La isla del Tesoro de 1941 es el reflejo de una época dorada del libro en Chile, tanto por la conjunción de talentos (Elena Poirier y Alfredo Adduard eran otros de los ilustradores activos en aquel periodo), como por el buen momento económico de la industria (7). Entre 1930 y 1950 hubo un periodo de expansión del libro en Chile, en el que aumentaron los lectores, las librerías, las editoriales y las publicaciones periódicas, y se abría para empresas nacionales el mercado hispanoamericano. Editora Zig-Zag estaba a la cabeza de esta expansión y apostó fuerte por las publicaciones infantiles y juveniles a precios convenientes.
Una de las publicaciones de Zig-Zag era la revista infantil El Peneca, y fue en ella donde se publicó inicialmente La Isla del Tesoro. El relato apareció por capítulos en 1938 con ilustraciones de Coré a color en algunas portadas y en blanco y negro a plumilla en el interior. Coré, quien trabajó en El Peneca entre 1932 y 1959, era entonces el maś querido ilustrador de la revista y, en parte, responsable de su éxito: en 1940, El Peneca logró tener un impresionante tiraje de 180 mil ejemplares.Las ilustraciones de Gorges Roux de 1885 para La Isla del Tesoro, pese a su indiscutible calidad, están ancladas al momento en el que fueron hechas: la época victoriana. La misión de Coré, por lo tanto, fue actualizar las ilustraciones. No fue un problema. La especialidad de Coré eran las historias situadas en tiempos pasados —que le permitían hacer carruajes, embarcaciones, castillos y reproducir antiguos atuendos— protagonizadas por niños o niñas, y personajes tradicionales de la literatura infantil, como hadas, duendes, ogros y piratas. Lo que agregó Coré fue agilidad, novedosas perspectivas a las escenas y expresividad a los personajes.
El libro con las ilustraciones de Coré para La Isla del Tesoro fue publicado por Zig-Zag en 1941, bajo la colección “Aventura” y fue Mauricio Amster, entonces director artístico de la empresa editora, el encargado del diseño. Amster había llegado a Chile en 1939 desde España a bordo del Winnipeg y tenía entonces la extenuante tarea de sacar más de un proyecto editorial al día. En el caso de La Isla del Tesoro, sin embargo, no se percibe apuro. Por el contrario, parece haberle dedicado una especial atención. No hay palabras de presentación, ni citas para invitar a la lectura. Las únicas palabras visibles son las que informan el título, el autor y la editorial. El resto son ilustraciones del propio Amster. En la portada vemos a John Silver, quien por su rostro oscuro y anguloso, parece un pirata centroamericano, antes que uno inglés; un guiño al continente de publicación. En la contraportada, mientras, lo que vemos son algunos de los elementos de la narración: una bandera pirata, una botella de ron, un loro, un arma, un ataúd y un mapa. El libro parece un cofre con un misterioso tesoro, que debe ser descubierto por el lector.Mauricio Amster fue responsable de renovar la industria editorial chilena, en un trabajo sostenido entre 1940 y 1980. Contribuyó con el sello Cruz del Sur y la revista Babel, y fue también director artístico de Nascimento, donde diseñó libros de autores como Manuel Rojas, Pablo Neruda, María Luisa Bombal y Gabriela Mistral, marcando gráficamente una época de la literatura chilena.
Esta edición de La Isla del Tesoro es uno de los trabajos más destacados hechos en conjunto por Amster y Coré, un periodo de colaboración que es considerado por el investigador Claudio Aguilera en su Antología visual del libro ilustrado en Chile, “un momento sublime en la historia del libro ilustrado chileno” (8). La publicación, que señala en la parte inferior de la contraportada “Fabricado en Chile /Printed in Chile”, circuló por Chile y Latinoamérica y permitió encantar a toda una generación de lectores con el relato de Stevenson (entre ellos, podemos mencionar al poeta chileno Jorge Teillier, gran admirador en su infancia de El Peneca y de La Isla del Tesoro: “Tus sueños están iluminados por las linternas que agitan en la ‘Hispaniola’ los piratas / Desde una guardilla oyes el bastón del ciego golpear el hielo”, dice un verso de su poema Crónica del forastero).
Inglaterra, 1985: la oscura visión de Steadman
El artista inglés Ralph Steadman, quien se hizo popular en los años 60 como ilustrador de los artículos periodísticos de Hunter S. Thompson, publicó una visión personal de La Isla del Tesoro en una edición muy distinta a las comentadas hasta ahora. El libro —recuperado en español por Libros del Zorro Rojo— fue publicado en 1985 por el sello inglés Harrap en una edición de lujo, de gran formato y tapa dura. En la sobrecubierta vemos brutal a John Silver: furioso con un cuchillo sangriento en su mano y el título Treasure Island escrito en un violento gesto en tinta roja. En la cubierta, mientras, nos encontramos con una tela negra donde leemos nuevamente Treasure Island, pero esta vez en letras doradas. La cubierta y la sobrecubierta nos adelantan que esta es una historia de oro y sangre. Luego, apenas se abre el libro, entramos en terreno hostil. En las hojas de guarda, una calavera y dos espadas cruzadas (Jolly Roger) nos lo anuncian.
Los bucaneros de Stevenson nunca se habían visto más salvajes y temerarios. Steadman no tiene piedad con ellos y su codicia. Tampoco muestra piedad por los caballeros ingleses, “los buenos” de la historia, con quienes los piratas se enfrentan. Ambos grupos tienen algo en común: la sed de oro. Es por esto, pareciera, que Steadman no esquiva las escenas más violentas del relato de Stevenson; por el contrario, las ilustra de forma cruda. Todos tienen lo que se merecen.
Steadman define La Isla del Tesoro como un cuento oscuro y le saca filo a la ambigüedad moral de los personajes. En el prólogo a esta edición, escribe: “No hay virtudes en esta novela. No hay lugar para la respetabilidad en un chirriante barco de madera tripulado por aventureros decididos a enriquecerse de golpe con un tesoro bañado en sangre (…) No he buscado, pues, la honorabilidad en los rostros de los personajes: son tan malos o tan buenos como cualquiera que se encuentre atrapado en la alocada búsqueda del dinero mal ganado, y esto hace tanto mejor el relato de Robert Louis Stevenson y su forma de contarlo… La caza de tesoros es un negocio desesperado”.
La Isla del Tesoro no ha contado con un ilustrador canónico, como lo ha sido John Tenniel para Alicia en el País de las Maravillas (pese a las múltiples ediciones ilustradas existentes), ni ha tenido a un personaje consagrado por su representación cinematográfica, como le ha sucedido a Sherlock Holmes, ilustrado inicialmente en la revista Strand por Sidney Paget; por mencionar otros clásicos británicos del siglo XIX. El relato de Stevenson cuenta con una extensa lista de talentosos ilustradores, entre quienes vale la pena nombrar también a N. C. Wyeth (1911) y Monro Orr (1935), además de una de sus ilustradoras: la norteamericana Elenore Abbott (1911).
El recorrido propuesto —junto con presentar algunos grandes momentos de la historia del libro ilustrado— es una muestra de la forma en que ilustradores e ilustradoras han contribuido no sólo a atraer lectores, sino que a enriquecer el texto de Stevenson con sus lecturas. La Isla del Tesoro, por ya 140 años, conserva su misterioso atractivo y permanece como una aventura inolvidable.
Referencias
- Literary Network | Robert Louis Stevenson. Accedido 6 de febrero de 2021. (Volver)
- Stevenson, Robert Louis. The works of Robert Louis Stevenson. Edinburgh: Printed by T. and A. Constable for Longmans Green and Co, 1894-98. Volume 21, 1896 – Miscellanies, Volume IV. p. 289. (Volver)
- The first illustrations for Treasure Island | Robert Louis Stevenson. Accedido 6 de febrero de 2021. (Volver)
- Illustrations for Black Arrow | Robert Louis Stevenson. Accedido 6 de febrero de 2021. (Volver)
- The first illustrations for Treasure Island | Robert Louis Stevenson. Accedido 6 de febrero de 2021. (Volver)
- Peña, Manuel. Historia de la literatura infantil chilena. Santiago: Editorial Andrés Bello, 2009. p. 168. (Volver)
- Subercaseaux, Bernardo. Historia del Libro en Chile. Santiago: Lom, 2000. p. 138. (Volver)
- Aguilera, Claudio. Antología visual del libro ilustrado en Chile. Valparaíso: Quilombo, 2014. p. 45. (Volver)
Lastima que en este artículo se deja en un segundo plano las mejores ilustraciones del libro, las de N.C. Wyeth de 1911.
Tienen una fuerza y expresividad insuperables.