La huella de Lorca

La huella de LorcaGuion de El Torres
Dibujos de Carlos Hernández
Barcelona: Norma Editorial, 2011

Cuando se aborda una biografía se pretenden atar todos y cada uno de los momentos que la persona en cuestión tuvo ante sus ojos: su infancia, su juventud… Cada detalle de su vida. Pero hay aspectos importantes en la vida de cualquiera que ocurren sin que las personas en cuestión estén presentes: qué pasó antes y qué pasó después, qué a las personas de su entorno por su interacción, qué a las ciudades y los lugares, qué a la propia Historia.

Así se plantea La huella de Lorca, desde delante y desde atrás, desde los lados, desde los otros. De los doce “capítulos” en los que se vertebra la obra, pocos tienen a Lorca en sus viñetas, los más nos sitúan junto a quienes vivieron algunos de sus “momentos”, entre ellos el padre del ilustrador, con quien empieza, de pequeño, la novela y termina, ya en la actualidad, hablando con el propio dibujante.

Porque La huella de Lorca es un trabajo de autores, un intenso trabajo resultado de lecturas, de investigación, de relaciones y entrevistas directas…, como se comprueba en el blog que Carlos Hernández ha montado específicamente sobre este trabajo. Un trabajo por el que la editorial ha apostado aun sabiendo la dificultad comercial que puede entrañar un producto así: un formato de cómic para una temática que se mueve entre la Literatura, la Historia y la denuncia. Pero arropa a la obra, creando especialmente una microweb en la que encontramos el primer capítulo, reseña de la obra y de los autores y una amplia entrevista con los mismos.

Y es que sí es un material de gran interés para quienes gustan del cómic, por lo bien hilvanado del guión, cuyos capítulos tienen sentido propio pero en conjunto son las piezas de un puzle que se cierra perfectamente al terminarlo; y por lo elaborado del dibujo (como un Mort Cinder de Breccia, pero con el sepia entre las masas negras y blancas) que se adecúa a la situación para impregnarlo de pasado e, incluso, de ese matiz rancio de ese rancio pasado.

Y también va a gustar a los amantes de la Literatura, y de la Historia y de la denuncia, por la fidelidad y seriedad en la documentación, tanto en aspectos históricos como plásticos. Vaya desde aquí mi opinión para considerarlo con justicia como candidato al nuevo Premio Nacional del Cómic.

Respecto al valor pedagógico que pudiera tener, de cara a la escuela y a la conmemoración del 75 aniversario de la muerte del poeta, lo considero un material imprescindible que le aportará al alumnado una visión más completa de una vida y una realidad histórica y literaria. Porque solo conociendo el pasado (al que los autores se asoman de forma objetiva) se podría evitar una situación tan vergonzosa como la de los recientísimos acontecimientos en Granada alrededor de la figura del autor: el que aún haya personas a las que les moleste que sea “hijo predilecto de la ciudad”.

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