Phyllis Root
Ilustraciones de Helen Oxenbury
Traducción de Esther Rubio
Madrid: Kókinos, 2004
Original recreación del génesis bíblico en una visión no patriarcal que hace emerger, con un tono afectivo y maternal, la potencia engendradora del universo.
La Gran Mamá que hace el mundo es una diosa con el poder de crear el tejido de todas las formas materiales. Antes del patriarcado, la divinidad era una diosa con un lugar respetado en la sociedad y en el orden del mundo natural. Con el patriarcado, la diosa se convirtió en dios, y quedó excluida del ejercicio de la construcción, de la medicina, de la literatura y del lenguaje de las civilizaciones que ella misma había liderado. Root y Oxenbury han resaltado con esta versión matriarcal del mito bíblico la fuerza femenina contenida en el acto de la creación.
La Gran Mamá hace el mundo en siete días. En el primero, “hay agua, mucha agua por todas partes”. Un azul profundo y monocromo nos muestra a la madre sumergida en las aguas con su bebé en brazos. Hay mucho trabajo por hacer. Transformar el caos líquido y entregar un mundo es una tarea desafiante. Pero “nada puede detener a la Gran Mamá”. Después de hacer surgir la luz y la oscuridad, la diosa-madre gravita en el espacio con las piernas cruzadas, mientras su hijo sonríe y gorjea, con lo que demuestra que el acto de la creación es también un juego lleno de júbilo y celebración.
Al segundo día, la Gran Mamá hace aparecer el cielo, “tan suave y azul como la sábana de su bebé”. El tono mítico se entreteje con detalles amorosos de la vida en familia, lo que otorga a la historia intimidad y calidez.
Después de crear la luna, el sol y las estrellas, para recordar la siesta de su bebé, la Gran Mamá exclama sonriendo: “Bien, esto está muy bien”. Pero la madre quiere un lugar donde su hijo pueda deslizarse con libertad. Sus palabras mágicas hacen brotar la hierba, los árboles frondosos y los frutos rojos sobre la extensión de la tierra. La ilustración en acrílico es espléndida. Una luz verde y primaveral abraza el cuerpo robusto y fuerte de la madre que reposa sobre una hamaca. En primer plano, el bebé se lleva a la boca un mango dorado, mientras se acomoda en la posición de un Buda rozagante y plácido.
Al quinto día, la Gran Mamá hace aparecer una algarabía de ballenas, pájaros y peces que conlorean el silencio. Todo se convierte en una danza cósmica en la que los elementos naturales no se contraponen sino que se complementan.
Al sexto día, la Gran Mamá está un poco cansada. Además de las labores cosmogónicas, todavía le quedan “platos y ropa por lavar”. Decide que, en una gran explosión, creará a todos los animales. De un centro radiante, salen expelidos elefantes, canguros, tigres. Pero la Gran Mamá se siente sola y del barro sobrante hace surgir la diversidad del género humano; y cada persona tiene una historia para contarle a la caída del sol.
Al séptimo día, la Gran Mamá descansa y se acurruca junto a su bebé bajo la gran manta azul del cielo. Hace que toda la gente mire hacia arriba, advirtiéndoles que tienen un mundo precioso para cuidarlo.
Phyllis Root y Helen Oxenbury han entablado un feliz matrimonio entre el texto de tono popular y las ilustraciones plenas de colorido de la dibujante inglesa, quien se hizo merecedora con este libro del Boston Globe-Horn Book Awards 2003, en la categoría de libro ilustrado.
No lo leí, pero a simple visita tiene una estética muy similar a “Mamá delCosmos”.
Saludos.