Los textos literarios nos hablan a todos. Claro está que las personas expertas en la materia pueden elaborar sesudas interpretaciones que dan pie a documentados artículos y hasta a extensos libros. Pero también, afortunadamente, el común de los mortales encuentra sentido en esas obras.
Ello se debe a dos factores. Uno tiene que ver con los varios niveles de que se componen los textos escritos. Y el otro, íntimamente relacionado, alude a los procesos cognitivos que efectúa la persona al leer.
Los textos escritos presentan tanto información explícita, que activa una comprensión literal, como vacíos de información, que deben llenarse mediante estrategias de tipo inferencial. La ambigüedad característica de la literatura, de la cual deriva que sea posible realizar múltiples interpretaciones de una misma obra, obliga a ejercitar las habilidades para inferir.
Ahora bien, las inferencias no se producen de la nada. Constituyen un asunto de pragmática del lenguaje, es decir, de aquellos factores externos a la obra que influyen en su comprensión. Las inferencias permiten «completar la Gestalt que quedó abierta por los elementos faltantes del texto» (Puente, 1991, p. 92). Para hacerlo, la persona recurre a sus esquemas de conocimiento del mundo y del tema tratado en el escrito, así como a los guiones o papeles que, según tales esquemas, les corresponde interpretar a los personajes que intervienen en una situación determinada.
Esos esquemas y guiones fueron los que activaron doce mujeres adultas participantes en un taller de lectura de cuentos maravillosos. Allí entraron en contacto con la versión de Barba Azul que incluye Clarissa Pinkola-Estés en Mujeres que corren con lobos. Como se trata de un dato relevante para entender algunos factores extralingüísticos que motivan su interpretación del cuento, agregaré que, cuando se realizó el taller, ellas estaban en un proceso de recuperación de adicción a las drogas y que habitaban en uno de los cantones de Costa Rica con menor índice de desarrollo social.
La leyenda de Barba Azul. El cuento empieza así: «Hay un trozo de barba que se conserva en el convento de las monjas blancas de las lejanas montañas. Nadie sabe cómo llegó al convento. Algunos dicen que fueron las monjas que enterraron lo que quedaba de su cuerpo, pues nadie quería tocarlo. La razón de que las monjas conservaran semejante reliquia se desconoce, pero se trata de un hecho cierto» (p. 58).
Aquí tenemos una primera laguna de información: ¿Por qué conservaron las monjas semejante reliquia? El texto no ofrece información explícita al respecto. Para identificar una posible causa, las participantes activan sus esquemas de conocimiento y responden que se trata de una leyenda que advierte a las mujeres del peligro a que se exponen al entrar en contacto con hombres agresores: «Es una advertencia [dice una]: ponga cuidado, porque hay muchos hombres así en la calle. Y ha pasado…»; mientras otras agregan que «hay mujeres que no se libran de esos hombres: ellos siguen molestándolas hasta que las matan» y también que las monjas guardaron esa reliquia «para recordar la maldad que hizo, para recordar todas las muertes, para que no se repita»; incluso una remite a la «salvación» de la esposa por sus hermanos, al final del cuento, y plantea que fue esa misma mujer, convertida en monja, quien conservó el trozo de barba y convirtió el castillo de Barba Azul en un convento.
Ellas no conocen la historia de Santa Trifina, esposa del rey Cunmar (Bretaña, siglo VI), una fuente hagiográfica de este relato, pero sí saben que hay peligros en las relaciones entre mujeres y cierto tipo de hombres y que de ello se debe advertir a estas mediante un relato de intención moralizante como es la leyenda. Tal es la hipótesis de lectura desde la cual asignarán sentido al texto y que servirá de base a los guiones que atribuyen a los personajes para elaborar nuevas inferencias.
El cuento sigue de esta forma: «La amiga de mi amiga la ha visto con sus propios ojos. Dice que la barba es de color azul, añil para ser más exactos. Es tan azul como el oscuro hielo del lago, tan azul como la sombra de un agujero de noche. La barba la llevaba hace tiempo uno que, según dicen, era un mago frustrado, un hombre que tenía ojo para las mujeres, un hombre llamado Barba Azul» (pp. 58-59).
¿Qué significa que Barba Azul «tenía ojo para las mujeres» y para cuáles mujeres? Veamos cómo completan esta Gestalt las participantes en el taller.
Barba Azul tenía ojo para las mujeres sumisas. Este personaje pone a prueba la obediencia de su esposa al prohibirle que abra la puerta de uno de los aposentos del castillo, justo aquel en cuyo interior están los cadáveres de sus anteriores esposas, y pretende castigar su desobediencia con la muerte.
«Tenía ojo para cierto tipo de mujeres: las sumisas», «sumisa, obediente, decir que sí a todo, a lo bueno, a lo malo», «el machismo»: esto expresan las lectoras. El esquema de conocimiento tiene que ver, aquí, con la relación jerárquica en una sociedad patriarcal, que atribuye al hombre el dominio, mientras receta sumisión y obediencia a la otra mitad de la población. Miguel Lorente señala que el maltratador busca «aleccionar» a la mujer para demostrar que le corresponde un puesto de subordinación a él (en Ygueros García, 2014).
Desde esta perspectiva, la moraleja de la «leyenda de Barba Azul» se dirige a todas las mujeres, como advertencia de lo que podría implicar subvertir la estructura de dominación en la sociedad patriarcal. «Si no se entiende que en la violencia de género el móvil es ideológico porque nace del sentimiento de superioridad y pretende el control y la sumisión de la pareja, creeremos que nos encontramos ante la maldad gratuita, realmente difícil de aceptar», afirma Nuria Varela en su libro Íbamos a ser reinas (2017).
Barba Azul tenía ojo para las mujeres ingenuas. En la tradición de los cuentos maravillosos, la presencia del hermano menor se asocia con la indefensión y la vulnerabilidad de la niñez y con el hecho de que, a pesar de tal condición, ese personaje supera las pruebas y sale victorioso ante la adversidad (Bettelheim, 1988).
El segundo grupo de respuestas sobre lo que puede significar que Barba Azul tenga «ojo para las mujeres», remite a la condición propia de la hermana menor, quien acepta al hombre, y se basa en este fragmento del relato: «Regresaron a casa comentando animadamente lo interesante que había sido la jornada y lo bien que se lo habían pasado. Sin embargo, las sospechas y los temores de las dos hermanas mayores no se disiparon, por lo que estas decidieron no volver a ver a Barba Azul. En cambio, la hermana menor pensó que un hombre tan encantador no podía ser malo. Cuanto más trataba de convencerse, tanto menos horrible y tanto menos azul le parecía su barba» (p. 59).
He aquí una nueva laguna de información para elaborar inferencias: ¿Por qué, pese a los temores y sospechas que invadían a las hermanas acerca de la maldad de Barba Azul, la menor de ellas sí lo aceptó? «Porque era más ingenua», dice una de las participantes y otras añaden: «falta de experiencia», «por ser la menor».
Este es el esquema de conocimiento que subyace a esta interpretación: Barba Azul busca mujeres ingenuas. A ello podemos añadir que se debe a que tal condición las hace propensas a caer en las garras de lo que Clarisa Pinkola ha denominado el «depredador».
Resulta una situación parecida a la de esos cuentos de repetición (como Los tres cabritillos, que se enfrentan a un ogro hambriento) donde se avanza desde el personaje más joven e inexperto hasta el mayor de todos y los personajes pasan por la misma situación, siendo el mayor quien la resuelve satisfactoriamente. Dicho contraste entre la hermana menor e ingenua y las mayores y desconfiadas, supone una concepción de mujer que avanza en el conocimiento de ella misma y de los peligros que la acechan: va desde una ingenuidad que la enfrenta a situaciones difíciles hasta una madurez desde la cual puede captar la oscuridad que se esconde tras ciertas relaciones de pareja.
Barba Azul tenía ojo para las mujeres conformistas. El tercer esquema de conocimiento se inscribe en el contexto de la marginalidad. En ese caso, el objeto serían las mujeres conformistas, cuya resignación obedece a unas circunstancias personales y sociales que las ponen en desventaja. Este grupo de respuestas son las más productivas para las lectoras; probablemente ello se deba a que sus inferencias, en este caso, responden más a un proceso de identificación, que a un análisis apegado a indicios textuales. Veamos lo que dicen: «A veces uno se siente menos, tal vez tenía complejos», «Con cualquier cosita se la ganan, lo agarran a uno», «Conformismo. Baja autoestima», «Tal vez no tiene medios para salir adelante».
Incluso algunas de sus respuestas se alejan por completo del contexto de las acciones del relato, para trasladarse a un conocimiento de mundo que depende de la experiencia personal de las lectoras: «Si cuesta que un hombre se acerque a una mujer que tiene un hijo, mucho más a uno que tiene tres hijos», «Si estoy divorciada, con hijos, no puedo esperar mucho», «Tal vez yo no soy tan perfecta, pero él no tiene que serlo». El cuento no ofrece ningún indicio para realizar tal interpretación. A veces resulta más necesario, en una determinada asignación de sentido, que se exprese la verdad interna, y no tanto la coherencia con los elementos textuales.
El cuento de Barba Azul funciona, desde esta perspectiva, como una advertencia para aquellas mujeres cuyas condiciones de marginalidad personal y social (baja autoestima, circunstancias familiares y económicas complicadas, falta de oportunidades) las hacen vulnerables a situaciones de violencia de género. Reproducen las lectoras aquí una creencia muy generalizada, pero no por ello cierta, según la cual la violencia de género se circunscribe únicamente a casos de desestructuración familiar, problemas de drogodependencia y falta de recursos económicos (Varela, 2017).
De acuerdo con la interpretación que las participantes hicieron del cuento, este quiere prevenir, a las mujeres sumisas, ingenuas y conformistas, del peligro que representan para ellas los hombres agresores. El guion del hombre agresor se utiliza para explicar los motivos que impulsan el actuar de Barba Azul.
Tan azul, tan gentil. Todos los indicios textuales relacionan la barba de este personaje con el peligro. Sin embargo, su comportamiento mueve a confusión a las hermanas. ¿Por qué? Porque empieza siendo cualquier cosa menos alguien capaz de hacer daño a unas doncellas. Así se observa en la escena idílica del paseo por el bosque: «Dicen que cortejó a las tres al mismo tiempo. Pero a ellas les daba miedo su extraña barba de tono azulado y se escondían cuando iba a verlas. En un intento de convencerlas de su amabilidad, las invitó a dar un paseo por el bosque. Se presentó con unos caballos adornados con cascabeles y cintas carmesí. Sentó a las hermanas y a su madre en las sillas de los caballos y los cinco se alejaron a medio galope hacia el bosque. Pasaron un día maravilloso cabalgando mientras los perros que los acompañaban corrían a su lado y por delante de ellos. Más tarde se detuvieron bajo un árbol gigantesco y Barba Azul deleitó a sus invitadas con unas historias deliciosas y las obsequió con manjares exquisitos. Las hermanas empezaron a pensar “Bueno, a lo mejor este Barba Azul no es tan malo como parece”» (p. 59).
No debe extrañar ese doble papel de los hombres que ejercen violencia de género: por un lado, pueden resultar hasta encantadores, pues saben leer muy bien los códigos de conducta de una sociedad patriarcal y, por otro, ser violentos física, sexual, psicológica y patrimonialmente con su pareja. Las participantes anotan, en ese sentido, que «empieza cordial para disfrazar su fracaso» y que «va dejando como un caminito de azúcar para atraerla y así pescarla». Desde su esquema de conocimiento, ellas se refieren a lo que, en términos psiquiátricos, se ha denominado la «seducción perversa», que se explica como la atracción previa al dominio, mediante la cual el agresor logra que su víctima se deje influir (Varela, 2017). Y, ciertamente, ese «hechizo» surtió el efecto esperado en la menor de las hermanas: «cuando Barba Azul pidió su mano, ella aceptó. Pensó mucho en la proposición y le pareció que se iba a casar con un hombre muy elegante» (p. 59).
Eva, Pandora y la esposa. ¿A qué obedece, entonces, la transformación de ese hombre gentil en uno que amenaza de muerte a su esposa? Las lectoras retoman, para contestar a esta pregunta, dos elementos del relato: la caracterización de Barba Azul como un «mago frustrado» y el giro narrativo que se produce con el episodio de la llave y el aposento prohibido.
Cuando corteja a la muchacha para obtener su mano, Barba Azul utiliza una suerte de «magia» personal que le permite disimular su lado oscuro: «Gentil para conquistar [dicen las lectoras]. Todo al principio es bonito. Después sacan las uñas. Uno después cambia. Al principio, tratamos de enseñar lo mejor y uno acepta muchas cosas. Al principio, uno no ve muchas cosas». Hay aquí un doble movimiento: el de ocultar por parte del hombre, junto a una especie de ceguera-aceptación de la mujer. ¿Parte de la magia? ¿Solo enamoramiento?
Barba Azul emplea luego sus poderes mágicos para hechizar la llave sobre la cual recae la prohibición. Y, acerca de este punto, la inferencia buscaría responder: ¿Para qué le da la llave con el mandato unido a ella? Las participantes dicen que lo hace «para probarla», «para probar su obediencia», «para ver si quería confiar en ella» y la respuesta más macabra: «Para tener una razón para matarla, porque sabía que ella iba a abrir la puerta». Coincide esta inferencia con la apreciación que hace Amy Kaminsky (1998) al comparar esta historia con la de Eva y Pandora; a su deseo de conocimiento se unen la prohibición y el castigo, con un motivo muy específico: «todo ello para lograr el mayor de los deseos de la figura controlante, el deseo que de desobedezca para justificar su propia violencia».
Estas fueron las principales inferencias que realizaron las participantes del taller durante la lectura del cuento de «Barba Azul». Con ellas nos han acercado a su conocimiento de mundo y a lo que han experimentado en sus vidas, actualizando este relato a las circunstancias de muchas mujeres en condiciones de vulnerabilidad a la violencia de género.
Los textos literarios nos apelan a todos, independientemente de nuestra escolaridad y pericia en el tema. No se escribieron pensando solo en eruditos que descifrarían sus más recónditos significados. Cuando se aplica un ejercicio basado en los diversos niveles de lectura de un texto (literal, de organización de lo explícito, inferencial, recreativo y apreciativo), se puede sacar provecho de este en beneficio de las personas lectoras, quienes son capaces de reorganizar su visión de mundo y su experiencia particular a la luz de las situaciones posibles que la literatura genera. Todos tenemos la capacidad de otorgar sentido a los textos; por ello no debe extrañar que, en muchos casos, los elementos que señalan los lectores con menor escolaridad o acceso a la cultura literaria también se inserten dentro de grandes preocupaciones que han ocupado a diversos campos de reflexión teórica.
Con este tipo de ejercicios se revalora el conocimiento común de la gente al entrar en contacto con la lectura, devolviéndole cómo su forma de ver el mundo se puede relacionar con elaboraciones conceptuales de diversas disciplinas. De esta manera, se le proporcionarán insumos para ampliar sus esquemas de conocimiento y, con ello, su inteligencia en la realidad.
Bibliografía
Bettelheim (1988). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.
Kaminsky, Amy (1998). “Los usos feministas de Barba Azul”. Anales (1), pp. 229-244.
Pinkola Estés, Clarissa (2009). Mujeres que corren con lobos. Barcelona: Zeta Bolsillo.
Puente, Aníbal (1991). “Teoría del esquema y comprensión de la lectura”. Aníbal Puente (director). Comprensión de la lectura y acción docente (pp. 73-109). Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Pirámide.
Varela, Nuria (2017). Íbamos a ser reinas. Mentiras y complicidades que sustentan la violencia contra las mujeres (edición actualizada). B de Books. Recuperado de Amazon.com
Ygueros García, Antonio Jesús (2014). “La violencia contra las mujeres: conceptos y causas”. Barataria. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales, (18), pp. 147-159.
Interesante y muy útil el análisis serio que se hace.
Cuánto hacen reflexionar los libros independiente si son literatura para infantil, juvenil o para adultos. Vemos que la literatura no tiene edad para quién la lee, solo la interpretación que da de ella define la experiencia del lector.
Algunos historiadores franceses pretenden restaurar su memoria apelando al papel que cumplió en la Guerra de los Cien Años, pero es muy difícil borrar su estigma de asesino. Hoy, tanto Barba Azul como el verdadero Gilles de Rais habrían sido considerados psicópatas, asesinos en serie o psycho-killers.
Un magnífico ejercicio terapéutico- literario para empoderar a las mujeres que de algún modo han padecido la violencia de genero.