Julieta en sueños

María Rosa Mó
Ilustraciones de Federico Delicado
Música de Juan Vara
Pontevedra: Kalandraka, 2003

Que Federico Delicado haya aceptado el encargo de ilustrar Julieta en sueños es, cuando menos, un acto de valentía. Lo decimos por el texto, por lo incomprensible del texto, para ser exactos. He aquí algunos fragmentos para que juzguen por ustedes mismos: “[Julieta] Sueña con la música del pájaro, el canto de las hojas, la voz tenue de su flauta”; “La sábana despierta y la cubre con aroma de flores”; “Julieta entra en un girasol. Escarba semillas. Abre puertas y ventanas. Camina por pasillos adonde no llega la luz”; “Una mariposa prende nubes en su pelo”; “Las sábanas mecen su canto de fuego”. Como acabamos de decir, el texto no se entiende. Además, Julieta en sueños carece de historia, no cuenta nada, no emociona, se hace largo, es cursi y está lleno de lugares comunes.

Lo único rescatable de este álbum es el trabajo de Federico Delicado.

Frente a las imágenes etéreas, volátiles, cristalinas, evanescentes sobre el sueño que ofrece el texto, Delicado propone la presencia fuerte de los materiales, de materiales toscos. Delicado siente fascinación por los materiales efímeros, por los que no valen nada y que, en algunos casos, incluso, pueden proceder de desechos, y por los papeles con mucha textura, gordos, llenos de fibras vegetales, vivos en cierto modo y, por tanto, susceptibles de estropearse, de envejecer, que se desgastan y deterioran. Todo esto tiene que ver con sus inquietudes artísticas y con su forma de concebir el mundo. He aquí una gran diferencia entre un producto pseudoartístico más o menos decorativo, más o menos comercial y vacío, y los objetos de arte u “objetos de poder”, como los denomina Tàpies en El arte y sus lugares (Siruela, 1999) que, en esencia, son espirituales, y de los que suelen ser buena muestra las ilustraciones de Delicado.

A Delicado le interesa la producción artística de Japón de los siglos XV y XVI y, en concreto, algunos aspectos relacionados con la ceremonia del té introducidos por Rikyu, quien descartó la perfección de las porcelanas chinas y eligió una cerámica irregular, el rakú, de textura gruesa, descubierta por primera vez en los hornos de un pueblo coreano. Los ideales espirituales de “armonía, respeto, pureza y tranquilidad” que promulgaba le llevaron a construir su propio salón del té, Tai-an, en una cabaña de su ciudad natal (Yamazaki). En el libro Arte japonés (Destino, 2000), de Joan Stanley-Baker, los interesados podrán encontrar una descripción de la cabaña, así como información ampliada sobre el tema. Lo que aquí queremos resaltar es que el rechazo por las finas porcelanas chinas derivó en una estética que se denomina “la adoración de Japón por lo imperfecto”, y que es uno de los aspectos inspiradores del trabajo de Delicado en Julieta en sueños.

Para Delicado, el dibujo es una especie de mentira, algo más cercano a, o que facilita, la idealización. En cambio, el collage basado en materiales toscos y efímeros se apartan de la idealización. Sin embargo, el rechazo a la idealización no está reñido con la búsqueda de una sensación poética. Al menos, esto es lo que Delicado se planteó.

Además de este hilo conductor, las ilustraciones de Julieta en sueños incluyen algunos guiños, cosas personales de su hacedor, unas intencionadas y otras azarosas. La figura femenina cejijunta es una suerte de Frida Kahlo; la pareja que se abraza, en la que las flores que el hombre tiene en la mano hacen referencia a algo que florece, que crece, entre ese hombre y esa mujer; la niña a la que no le interesa ni la coquetería o la belleza (del pavo), ni el poder (de la reina); el sueño entendido como una urdimbre, como un conjunto de hilos que se colocan para formar una tela, es lo que hace surgir las trenzas…

En fin, estamos ante la obra de un ilustrador que tiene cosas interesantes que contar y al que avala una producción seria. Sin embargo, y pesar de la enorme simpatía que siento hacia Delicado, este álbum es un desacierto. El texto no tiene ni pies ni cabeza, por tanto, difícilmente la ilustración podía tener más sentido. La música es cursi y se diría compuesta de forma completamente independiente a los otros dos elementos. El conjunto carece de homogeneidad y la labor del editor brilla por su ausencia. Desde luego, un producto que, afortunadamente, no tardará en pasar al olvido.

3 comentarios en “Julieta en sueños

  1. Jazmin
    15/11/2017 a las 04:46

    Me parece que lo verdaderamente vacío es la crítica sin sentido. Cómo puede escribir sobre exquisiteces alguien que hace comentarios tan insípidos. María Rosa, en esta obra, nos hace volar a nuestra infancia, nos hace soñar los sinsentidos más sentidos, hermosos y dulces de la niñez. Me parece una hermosa obra. Me apena que haya gente tan cerrada.

  2. federico delicado
    07/12/2009 a las 13:41

    El acto de valentía se hace necesario cuando, como ilustrador, uno se encuentra ante textos previsibles (ab uno discit omnes), es decir cuando se “comprende” que se está ante otro ejemplar de más de lo mismo. Esa tragedia que Charlot (Sísifo)reflejó excepcionalmente en Tiempos modernos, cuando a sabiendas de que tendrá que ajustar indefinidamente la misma tuerca, día tras día, se arma de VALOR y dice a su amada: ¡¡Tendremos una casa aunque tenga que trabajar para conseguirla!!
    Con la Julieta de María Rosa Mó, nunca tuve la sensación de estar trabajando, es decir, de hacer, de repetir lo que ya estaba hecho.
    Son posibles otros mundos, y me alegro de que de vez en cuando me regalen un viaje.

  3. Anónimo
    11/06/2009 a las 19:52

    Estoy en absoluto desacuerdo con esta crítica. El texto me parece delicioso adem¡s de las ilustraciones.

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