Jakob Wegelius
Madrid: Siruela, 2004
Algo menos de 14 horas duran los acontecimientos que narra Esperanza. Sin embargo, para Halidon, el protagonista de esta historia, esas casi 14 horas, que se concentran prácticamente en su totalidad en una noche, serán muchas más que 14. Esta diferencia entre el tiempo objetivo y el subjetivo se debe a que lo que cuenta Esperanza son los sentimientos de angustia que experimenta Halidon ante el temor de ser abandonado por su amigo, su único amigo, el Capitán.
Halidon es un ser especial tanto desde el punto de vista físico como emocional. Pareciera como si el narrador se negara a definirlo físicamente, así que dice que los demás “Se fijaban en sus ojos rasgados, sus orejas grandes y su nariz chata”. Es una especie de gnomo, de enano que se gana la vida haciendo malabares sobre un monociclo. Emocionalmente, es un ser extremadamente sensible, alguien que sabe bien lo que es pasarlo mal y que vagó solo por distintas ciudades hasta el día en que conoció al Capitán.
El Capitán es el contrapunto a Halidon. Una persona sociable, inquieta, soñadora, amante del jazz y, físicamente, grande, corpulenta. Ha sido capitán de barco y director de un teatro. Además, le encanta escuchar historias.
Ambos pasan esa noche “fuera de sí”, sólo que de maneras muy distintas. Mientras que el Capitán “estaba completamente ausente, como en otro mundo”, escuchando las emocionantes aventuras que le contaba el farero, Halidon “apenas recordaría cómo había ido a parar desde los Tres Hermanos hasta el muelle”.
La lectura de Esperanza es angustiosa pues, no en vano, angustiosa es la experiencia que describe. ¿Por qué entonces ese título? ¿Cómo se justifica el hecho de que Wegelius la presente bajo este nombre? En mi opinión, porque es precisamente de la esperanza de lo que el autor quiere hablar. “Esperanza”, según el DRAE, significa “estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos”. Voces afines a esperanza, según el Gran diccionario de sinónimos de Corripio son: “seguridad, confianza, creencia, fe, tranquilidad, certeza, certidumbre, convicción, presunción, aliento, ánimo, promesa, perspectiva, ilusión, expectativa, espera, expectación, aguardo, paciencia, anhelo, optimismo”. Y es que, muchas de estas palabras, nos sirven para referirnos a esta historia. La novela termina bien, tiene un final feliz: Halidon encuentra al Capitán, se cerciora de que éste no le ha abandonado y, después de eso, “sólo oía música en su interior” (una bella metáfora para incorporar a la enumeración anterior), y podríamos añadir que recupera la tranquilidad, el aliento, el ánimo y el optimismo. El perrito, ese “perro callejero, un chucho sin amo, pequeño, con las patas torcidas y una cola huesuda”, ese “ser tan desamparado”, después de salvar muchas dificultades, encuentra amo y cobijo, pues pasará a formar parte de la familia que constituyen Halidon y el Capitán. El mismo Capitán lo bautiza con el nombre de Esperanza, mientras él, por su parte, a la vez que acaricia al perro, mira con su catalejo por la única ventana de la habitación; mira el mar y observa, en el horizonte, una raya fina de cielo azul que anuncia que va a ser un día bonito. Podríamos decir que mientras uno consigue lo que desea, el otro, a través de esas imágenes evocadoras (el catalejo, el horizonte, la ventana, el día que amanece), manifiesta optimismo, expectación, confianza, perspectiva, ilusión y anhelo.
El lenguaje que utiliza Wegelius para narrar esta historia es poético, sugerente y rico; y las diversas figuras literarias están al servicio de lo que quiere describir: un estado emocional. Las ilustraciones, realizadas por el mismo autor, completan de manera impecable esta historia.
Este libro demuestra que la lectura, en este caso, no es el acto divertido y fácil que algunos autores, maestros y animadores a la lectura bienintencionados pregonan. Como casi todas las cosas de la vida que merecen la pena, pide algo a cambio, exige dedicación, práctica, esfuerzo personal, pero también ofrece alivio, esperanza y conocimiento sobre los demás y sobre nosotros.