Esta vez nuestro ilustrador es Emilio Urberuaga, quien nos ha dejado entrar en su estudio y descubrir de cerca lo apasionante y trabajosa que puede llegar a ser la tarea de un ilustrador. Allí, entre dibujos, libros y pinceles pudimos charlar con él.
Emilio nació en Madrid en el verano de 1954. Ha ejercido otros oficios antes de dedicarse al mundo de la ilustración, y su aspecto es el de un contador de cuentos con un humor desbordante. De hecho, él mismo nos decía que le suelen llamar para trabajos humorísticos.
El primer libro infantil que ilustró fue Un tiesto lleno de lápices, al que le han seguido otros, si bien su obra no es muy amplia aún.
Podemos encontrar sus ilustraciones en periódicos, libros de texto, carteles publicitarios…
Tiene ilustraciones en blanco y negro, y también en color; tanto unas como otras son fabulosas y derrochan creatividad e imaginación. Algo que llama la atención son esos dibujos de palmeras y fachadas torcidas que nos muestran un mundo fantástico y sobre todo divertido. A esto Emilio nos dice: “Eso no es ningún mérito, eso es que no sé dibujar”.
¿Creéis que eso es cierto? No lo demuestran así ilustraciones tan bellas como “El barbudo” del libro La llamada de las tres reinas, que logra sobrecogemos con su grandeza, o cuando en Hilda da Riesenscha la gran oveja saca a flote al pequeño borrego.
En sus dibujos en blanco y negro destaca la luminosidad que logra darles con los juegos de sombras; la misma luminosidad sobresale en las ilustraciones a color: amarillos brillantes, verdes, azules componen los juegos de color de los atardeceres que podemos ver en La selva de Sara.
Todos los dibujos de Emilio tienen contornos muy bien definidos. A veces se trata de trazados sencillos, como en El árbol de los sueños. Otras, de líneas contrapuestas que logran un movimiento espectacular: pájaros volando, hombres corriendo, brujas saltando… Puede parecernos que de un momento a otro los personajes se van a colar en nuestro cuarto.
No podemos olvidar la expresividad de los rostros: bocas, ojos, narices que nos muestran alegría, tristeza e ira. Ejemplos de ello los podemos ver en El inventor de mamás: mamás lloronas, gritonas; o en una ilustración preciosa del libro Der papiervogel en la que un gato devuelve al estudio de un ilustrador un papel con un pájaro pintado; aquí, además de percibir la tristeza del pajarillo, nos sorprende la gran dulzura del gato y de la ilustración en sí.
En definitiva, Emilio Urberuaga nos introduce en un increíble mundo lleno de sueños e inventiva, que en unos casos nos conduce a la carcajada y en otros a estremecemos de ternura.
¿Llevas mucho tiempo dedicándote a la ilustración?
Llevo desde el año 1982, no sé en realidad si es mucho o poco tiempo.
¿Cómo comenzaste en la profesión de ilustrador?
Un día que pasé por el estudio de un amigo, Arcadio Lobato, vi lo que hacía, me gustó mucho y dije: “Yo quiero ser ilustrador”. Cogí mi carpeta y comencé a recorrer editoriales hasta llegar a Felicidad Orquín, que desde el principio confió en mi.
¿Cuántos libros has ilustrado?
No sé, unos 15 libros.
¿Tienes preferencia por alguno en especial?
Sí, por el álbum El gato y el pájaro, o quizá La selva de Sara.
¿Compaginas la ilustración con otro tipo de trabajos plásticos?
Sí: carteles, publicidad, libros de texto…
¿Sueles hacer bocetos antes de la ilustración final?
Sí, no tanto bocetos, como originales que luego tiro o guardo. De un libro repito las ilustraciones 2 y 3 veces.
¿Es difícil adaptar las ilustraciones a los textos? ¿Te ciñes completamente a ellos?
No sé si hay que adaptar las ilustraciones al texto. Habría que recrear el texto. Ilustrar no suele ser la interpretación literal de un texto, aunque a veces se haga; la ilustración, por otro lado, siempre condiciona, aunque sea mínimamente, al texto. Podría ser como una película: pretender llevar el espíritu de una novela a una película, pero además incluir ciertas recreaciones entre el transcurso de una escena culminante a otra. El ilustrador podría bien rellenar los espacios muertos que deja la narración. A veces, sin embargo, es necesario, e incluso correcto, hacer una interpretación literal, como es el caso del personaje Nicolás.
Tienes ilustraciones en color y en blanco y negro. ¿Qué técnicas sueles utilizar en cada una de ellas?
Pluma y acuarela normalmente, a veces lapiceros. El medio que más me gusta es la pluma.
Sabemos que has escrito algún libro infantil. ¿Piensas escribir más?
Sí. Cada vez más. Cada día tengo más vivos los recuerdos de mi infancia y desde ahí me planteo historias, aunque no soy escritor, soy contador en imágenes, a las que añado un pequeño texto para que la gente no se pierda.
¿Con este tipo de ilustraciones disfrutas más?
Con todas disfruto como un enano.
¿Has hecho trabajos en colaboración con otros ilustradores?
Sí, muchos. Con Arcadio, Paz, Javier, sobre todo en libros de texto.
¿Quiénes son los ilustradores que más te gustan? ¿Ha influido alguno de ellos en tu trabajo?
Tomi Ungerer, Quentin Blake, Arcadio Lobato, Stepan Zavrel, y otros muchos.
¿Es gratificante esta profesión?
Sí, muchísimo.
¿Te lleva tiempo ilustrar un libro?
Por ejemplo, La oveja lo hice en un mes, pero en cualquier libro inviertes un montón de tiempo antes de la propia realización.
¿Te gustaría que el mundo fuera tan fantástico como tus ilustraciones?
El mundo es mucho más fantástico que mis ilustraciones. Yo creo que toda la gente tiene una idea del mundo y de cómo le gustaría que fuese, y quizá mi visión del mundo se cuela en mis dibujos.
¿Son los niños muy exigentes?
Yo no hablaría de exigencia. Pueden ser demoledores, tienen pocos elementos para enjuiciar pero te pueden echar un trabajo abajo porque interpretan que eso es de otra manera.
¿En qué estás trabajando ahora? ¿Tienes muchos proyectos?
Sí, ahora estoy trabajando en un libro sobre un vampiro, para Bohem, es un texto de una escritora alemana. Y en alguna cosa más que de momento es secreto.
Nuria Fernández y Marta Vidal
Hola Mercedes
Es una entrevista bastante antigua que apareció en uno de nuestros números impresos. Sin duda se nos habrán colado algunos errores que revisaremos y corregiremos.
Gracias por avisarnos.
Un saludo
Respecto a la entrevista con el gran Urberuaga, me gustaría comentar la regular redacción por parte de Nuria Fernández y Marta Vidal, o quien se haya encargado de transcribirlo para vuestra revista. Pienso que una revista de literatura debería cuidar al máximo la ortografía y la puntuación de sus textos, ya que aparte de ser indecoroso para la lengua castellana dificulta enormemente la correcta lectura de los mismos.
Saludos desde Madrid. Mercedes León