Frantz Wittkamp
Ilustraciones de Axel Scheffler
Traducción de L. Rodríguez López
Salamanca: Lóguez, 2017
El ilustrador alemán Axel Scheffler goza de una gran popularidad en estos momentos por los libros publicados junto a Julia Donaldson (El Grúfalo, Cómo mola tu escoba…), pero además de esos títulos de carácter más convencional, podemos apreciar su trabajo en álbumes como este, sorprendente y a ratos desconcertante. Se trata de un conjunto de poemas, cada uno de cuatro versos, sin conexión entre sí, más allá del tono que comparten todos ellos, dominado por el nonsense. En algunos de ellos encontramos humor, en otros abstracción, otros son reflexiones sobre hechos cotidianos que nos hacen pensar, o simplemente ver las cosas desde un punto de vista totalmente original.
El autor de los poemas, también alemán, es Franz Wittkamp (Wittenberg, 1943), que dirige una galería de arte junto a su mujer, y lleva más de 30 años pintando y escribiendo poemas, que le valieron en 1995 el Premio Nacional de Poesía Infantil en Austria. Sus textos recuerdan a ratos a las greguerías de Gómez de la Serna, o a los breves relatos de Jürg Schubiger explicando el mundo, o al humor desconcertante y fresco de Daniel Nesquens.
La desnudez de los poemas, su minimalismo, concuerdan con la limpieza de las páginas, en las que Scheffler ha dejado muchos blancos para que el motivo central de la ilustración respire y destaque, llamando la atención sobre lo realmente importante. En apenas dos o tres escenas se muestra dispuesto a utilizar grandes fondos que compitan con el poema. Además, desde el punto de vista editorial, dado que los poemas suelen ocupar una sola página, es mucho más estético no utilizar imágenes de una sola página a sangre, que se cortarían en el lomo. Apenas en un par de ocasiones Scheffler ha creado una ilustración doble que sirve para dos poemas diferentes, lo cual es un reto.
Los textos, algunos realmente brillantes y otros más herméticos, se ven iluminados por el trabajo de ilustración. Sin él, posiblemente no funcionarían. El humor, el absurdo y el desconcierto son trasladados perfectamente por Scheffler, a quien sin duda le habrá supuesto un desafío mucho mayor esta obra que cualquiera de los libros de Donaldson, que por supuesto también resultan atractivos. Pero este además tiene la virtud de ser interesante, diferente y arriesgado, y por estos motivos hay que felicitar la valentía de pequeñas editoriales como Lóguez que se embarcan en estos proyectos.
No es un libro fácil, desde luego, pero posiblemente nos cueste más trabajo a los adultos que a los niños, cuya lógica conectará mucho más rápidamente con estos versos. Y al que más le habrá costado, posiblemente, sea al esforzado traductor, que no lo habrá tenido fácil para hacernos llegar estos versos en castellano.