R. K. Narayan
Traducción de Laura Manero Jiménez
Barcelona: Bambú, 2011
R. K. Narayan (Chennai, 1906-2001) es considerado uno de los mejores escritores indios del siglo XX, alguien que dedicó su obra a retratar la sociedad india, ubicando la mayor parte de su universo literario en la imaginaria ciudad de Malgudi, como sucede en la novela El vendedor de dulces. En ella se cuenta una historia de carácter universal, la relación entre padres e hijos que desde que existe el mundo está marcada por las diferencias que se establecen entre personas de distintas generaciones; Jagan, el principal protagonista de la novela, es un popular vendedor de dulces que a pesar de la prosperidad de su negocio, sigue manteniéndose fiel a la austeridad propia de la filosofía impregnada en la India por la figura de Mahatma Gandhi y su revolución pacífica, así como a sus convicciones religiosas y morales. Mali, su hijo, es un inquieto joven cuya obsesión es salir de un país que considera atrasado cultural y económicamente, así como viajar a los Estados Unidos para convertirse en escritor, algo muy alejado de la posibilidad de continuar con el negocio familiar.
Establecidos semejantes parámetros, el conflicto está servido, pero Narayan diverge de la tradicional visión de los enfrentamientos paterno-filiales y en este caso es Mali, el hijo, quien muestra una rocosa intransigencia hacia su padre tanto en su decisión de partir como cuando regresa de su viaje al extranjero –viaje que, por otra parte, Jagan ha sido capaz de admitir, bendecir incluso– y le apremia cada vez con mayores exigencias con el fin de que se decida a invertir en un negocio que le ronda en la cabeza para el cual necesita de una fuerte inyección económica que solamente el padre puede proporcionar.
Por su parte, Jagan, casi completamente sobrepasado por la nueva situación en la que tampoco falta un tercer elemento como es Grace, la reciente esposa que acompaña a Mali en su regreso a casa, se esfuerza al máximo por entender a su hijo y conseguir que su hijo le comprenda a él, su distinta visión de la vida y de las normas de comportamiento. Pero la comunicación se torna prácticamente inviable, y ni siquiera la intermediación del Primo, un personaje secundario que tiene la capacidad de ejercer de bisagra entre ambos, es suficiente para salvar el abismo que los separa y que se agranda en una progresión casi geométrica; el desenlace de la historia del vendedor de dulces y su hijo no es sino una consecuencia lógica del choque frontal producido entre dos formas antagónicas de ver el mundo que parecen condenadas a no entenderse, fundamentalmente a causa de la cerrazón de una de las partes.
La moraleja de esta historia, si se la puede denominar así, es que ni la tradición es tan retrógrada como podría parecer a priori, ni la modernidad es tan aperturista y liberal como se presupone, sobre todo teniendo en cuenta la idiosincrasia de un país como la India, en el que la fuerza de la costumbre es mucha y merece un mínimo respeto. Estamos, pues, ante un interesantísimo libro que nos acerca con acierto a una cultura radicalmente distinta a la nuestra y a una temática que no conoce de razas ni fronteras.
El libro el vendedor de dulces, parece un libro muy interesante.