Llanos Campos Martínez
Ilustraciones de Júlia Sardà
Madrid: SM, 2014
Premio El Barco de Vapor, 2014
El uno de abril se concedieron los premios de la Fundación SM, El Barco de Vapor de literatura infantil y el Gran Angular de literatura juvenil, que con su dotación económica (35.000 euros) y la proyección de los títulos se sitúan como los más codiciados en sus categorías. Esta edición dejó dos sorpresas para la memoria: la primera, que el Gran Angular quedaba desierto (es la quinta ocasión en la que ocurre. Ya sucedió en 1979, 1980, 1993 y 1996). La segunda sorpresa era el nombre de la ganadora de El Barco de Vapor: Llanos Campos Martínez (Albacete, 1963), una escritora desconocida que entra en la literatura infantil por la puerta grande.
Llanos Campos debuta ahora en la literatura infantil, pero dirige la compañía teatral Falsaria de Indias desde el año 2000. En 2012 estrenó la obra Sololeo, un espectáculo de títeres que narra la historia de Leo, un niño que descubre el placer por la lectura. En los libros que lo rodean aparecen naves espaciales y espectros de casas encantadas, pero también conocemos a Barracuda, un peligroso filibustero.
Sololeo fue la primera obra en la que apareció este pirata, el más temido de los piratas del ancho mar (con permiso de Fung Tao), que Llanos Campos rescata y desarrolla para lanzarlo a una nueva aventura caribeña llena de sorpresas y misterios. Chispas, un niño de diez años, es el protagonista de El tesoro de Barracuda, pero sus compañeros de tripulación no se quedan atrás en importancia: el Nuño, Dos Muelas, la Ballena… Y, por supuesto, Barracuda, el personaje que navegaba en la cabeza de la autora desde mucho tiempo atrás. Él es el capitán del Cruz del Sur, un barco preparado para las mayores (y más increíbles) aventuras.
El tesoro de Barracuda es una historia de piratas con todos los elementos de los clásicos del género, pero que aporta un aire fresco, divertido y original que la convierte en algo nuevo. Aunque el lector quiera conocer el final, lo mejor está en el desarrollo de la historia y su narración; puede que la autora debute en la literatura infantil, pero conoce bien el lenguaje de los niños.
El principal mérito de El tesoro de Barracuda está en su moraleja. O mejor dicho: en no caer en ella, a pesar de lanzar un mensaje muy claro en favor de la lectura. Cuando otros autores quieren convencer a los niños de los beneficios de leer, caen en tópicos que suenan a lección de colegio. Con El tesoro de Barracuda, sin embargo, presenciamos fascinados el cambio que los libros ejercen en la tripulación del Cruz del Sur, nos divertimos con sus descubrimientos y hace que comprendamos hasta qué punto leer es emocionante. Eso ¡y que no hay nada más difícil que enseñar a leer a un montón de piratas armados hasta los dientes!
Las ilustraciones son obra de Júlia Sardà y combinan muy bien con el texto. Puede que su nombre no sea todavía muy conocido, pero seguro que con sus próximos trabajos (Mary Poppins, El jardín secreto o Alicia en el país de las maravillas) no nos pasa desapercibido y se convierte en una referencia en infantil. Si a eso se suma la cuidada edición, con un diseño de cubierta e interior de libro de regalo, el resultado es un regalo. O un tesoro, de esos que un despiadado pirata lector escondería en una remota isla caribeña, a la espera de que otro pirata lector pusiese sus garfios encima.