Einar Turkowski
Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2010
El pastor de este álbum, al que solo vemos en una ocasión, nos hace recordar otros inventores excéntricos de máquinas inútiles como el profesor Lucifer Gorgonzola Butts, creado por Rube Goldberg, o al inventor de Eduardo Manostijeras, uno de los últimos papeles de Vincent Price. Este que nos ocupa es un pastor-inventor de ovejas. Las tiene de todos los tipos: para hacer el desayuno, con piel de lobo, para afrontar el frío (con un orificio para echar el agua caliente), y hasta una oveja negra. Pero un día, harto del miedo que le provocaba perderlas por enfermedad o víctimas del lobo, decide venderlas, comprarse un barco y hacerse pescador. Y ese día se da cuenta de que la clave de la felicidad no está en las posesiones materiales.
Un álbum existencialista acerca de la búsqueda de la felicidad y el sentido de la vida que, al igual que Selma, tiene como protagonistas a las ovejas, aunque en este caso el estilo gráfico y la estructura son bien distintos. En el interior de este libro nos encontramos con limpios y sobrios dibujos en blanco y negro salidos de la mano de un inventor, un ingeniero enloquecido capaz de construir un lobo mecánico (lo de lobo es conceptual, ya que por el dibujo podríamos afirmar simplemente que es un robot) que funciona enchufado a una corriente de 220V, que lleva una pegatina en el dorso y un emblema que reza: “Wolf Industries”. El catálogo de ovejas es también digno de mención. Las hay casi abstractas (la “extraordinaria” o la “extraña”) y otras más industriales, como la “complicada” o la que hace el desayuno. Y por supuesto, la “Queen Mary” de la cubierta, que no encontraremos en el interior.
Estas imágenes contrastan con las tres ilustraciones de plano más abierto, en las que podemos ver la casa del pastor junto a unos acantilados (el pastor vivía en Irlanda), la tormenta occidental llevándose consigo a una de las ovejas, y el bote sacudido por las olas desde el que el pastor tiene su “epifanía”.
Un libro minimalista, lleno de detalles y trazos limpios en blanco y negro, divertido y con un final sorprendente, obra de uno de los ilustradores más interesantes de los últimos años, el alemán Einar Turkowski.