Jon Agee
Barcelona: La casita roja, 2019
«En el centro de este libro hay un muro. A un lado, un joven caballero con su armadura. Al otro, un tigre feroz, un enorme rinoceronte y un ogro que se zamparía de un bocado a nuestro caballerito. Pero él está tranquilo: el muro lo protege de todo peligro. O eso es lo que él cree».
Con esta sencilla premisa arranca El muro en mitad del libro, un álbum escrito e ilustrado por el neoyorquino Jon Agee. La obra ha recibido los máximos reconocimientos de Publishers Weekly, The New York Times Book Review, Boston Globe y otras publicaciones. No es la primera vez que se traduce la obra de este autor, a quien ya conocimos por Vida en Marte (también editado por La casita roja).
En esta ocasión, el cuento sale de la caja de texto y hace del objeto del libro un elemento más de la historia, ya que, desde la primera página, un muro separa las páginas enfrentadas.
En la página izquierda, un caballero vive tan tranquilo. Se siente seguro en su parte del muro, donde nada malo le puede suceder.
Al otro lado del muro, en la página derecha, hay un mundo de peligros. Monstruos y todo tipo de amenazas pululan detrás de los ladrillos, pero ¡que nadie se alarme! El muro separa una página de la otra, y mientras este resista, no hay nada que temer.
Pero el pobre caballero descubre más pronto que tarde que su lado del muro no es tan seguro como había imaginado. Y, aunque al principio le cuesta reconocer la realidad, el agua cada vez está más alta y tiene que subirse a lo alto de una escalera para que no lo alcancen los monstruos marinos que acaban de llegar.
Pese a ello ¡que nadie se alarme! El caballerito sigue estando en el lado bueno del muro, pues eso es lo que siempre le han enseñado. Al otro lado solo hay peligros y amenazas.
Finalmente, cuando la marea está a punto de tragarlo, nuestro protagonista (si es que no lo es el muro) salta al otro lado para salvar su vida.
Y, aunque al principio le asusta lo que pueda encontrar en la página derecha, descubre con alivio que se está mucho más tranquilo que en la izquierda, su lado tradicional, donde las cosas (ya no puede disimular más) no eran tan maravillosas como pensaba.
El muro en mitad del libro es un cuento divertido, donde desmontamos nuestros prejuicios a cada página que pasa, pero también visualmente impecable, con una ilustración sencilla que funciona perfectamente para contar la historia.
Además, juega muy bien con la disposición de las páginas, lo que lo hace doblemente atractivo y original.
Sobre todo, es una obra genial para descubrir los prejuicios y cómo son más fruto del desconocimiento que de la experiencia, y una inyección de energía para descubrir lo desconocido. Podríamos decir que El muro en mitad del libro es una obra muy recomendable para los niños, pero si algunos adultos derrumbasen sus prejuicios para leer literatura infantil, también lo pasarían en grande. Solo hay que cruzar a la página de al lado.