El monstruo que se comió la oscuridad

Joyce Dunbar
Ilustraciones de Jimmy Liao
Traducción de Carles Andreu y Albert Vitó
Cádiz: Barbara Fiore, 2010

Todos los niños creen que hay un monstruo bajo su cama, o en su armario, o escondido detrás de las cortinas, o quizá oculto bajo las sombras que forman los objetos cuando apagamos la luz.

En el caso de Lorenzo es verdad: hay un monstruo bajo su cama, uno pequeñito, pero hambriento, muy hambriento. Después de haber probado un poco de todo lo que el niño guarda bajo su cama, no consigue sentirse saciado. Hasta que prueba a absorber la oscuridad del interior de una caja de cartón. Ay, amigo, ahí encuentra lo que andaba buscando, algo que por fin le va a llenar el estómago.

¿Pero qué pasa cuando la oscuridad se acaba? Sí, en ella habitan los monstruos más monstruosos (incluso los pequeñitos), pero también sirve como refugio para los zorros o para los conejos en sus madrigueras. Es más, si no hubiera oscuridad, ¿cómo veríamos el brillo de la luna y las estrellas? Y lo que es peor, ¿cómo va a saciar su hambre este pequeño monstruito que cada vez es más grande?

Joyce Dunbar consigue con esta sencilla historia que incluso la oscuridad, la inquietante y temida oscuridad, tenga su lado bueno: nos la muestra como descanso para nuestros ojos de la luz del día y como la aliada que nos «acuna» por la noche hasta que conciliamos el sueño. Este pequeño monstruo glotón solo anhela llenar un vacío en su interior, un vacío que ni toda la oscuridad del universo puede llenar, hasta que descubre que lo único que le hace sentirse mejor es saberse acompañado. Después de conocer a Lorenzo, ya no siente tanta hambre, solo un poquito…

Las maravillosas ilustraciones de Jimmy Liao completan este precioso cuento sobre el miedo a la oscuridad y el miedo a estar solo. Aquí podemos ver esos tonos azulados, marrones, verdes y rojizos a los que nos tiene acostumbrados, trazos sencillos pero con tanta personalidad y tanta dulzura que es muy difícil no encariñarse con este simpático monstruito. Su estilo es reconocible, sus ilustraciones tienen una textura especial, son realistas y coloridas, algo que ya es su sello personal y que las hace indiscutiblemente geniales.

Después de leer este cuento, todos los niños querrán adoptar un monstruo pequeñito y en lugar de temer la oscuridad, se dormirán tranquilos con la ilusión de encontrarlo.

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