El maestro de la fantasía

Hay autores cuyas letras detienen por un momento el mundo del lector. Luego de cerrar las páginas de sus libros, una luz diferente se proyecta por un segundo sobre las cosas.

La infancia –ese especial momento en que la realidad es capaz de convivir sin riñas con la fantasía– es una de las etapas privilegiadas para dejar entrar en el mundo cotidiano esa extraña luz. Y Gianni Rodari uno de los autores que sabe proveer a sus lectores de esa necesaria chispa.

El prolífico autor italiano de literatura infantil conoce a la perfección esa capacidad de la creación artística para abrir la puerta del mundo de lo trivial e invitar –a quien esté dispuesto a dar un paso más allá– a encontrar nuevos y singulares significados.

En su libro Gramática de la Fantasía, Rodari nos explica los pilares de su proceso creativo y las conclusiones a las que ha llegado gracias a su encuentro con el mundo de la infancia.

Nos habla así de uno de sus conceptos clave, el binomio fantástico, que consiste en el encuentro de palabras que en el uso cotidiano no suelen relacionarse, pero cuyo encuentro sirve de punto de partida a singulares historias. ¿Qué pasa si la palabra árbol se encuentra con la palabra zapatilla?, pregunta Rodari a sus alumnos de una pequeña escuela italiana. Los niños no tardarán en responder: nacerá un árbol en el que en lugar de manzanas salgan zapatillas (y su dueño abrirá una tienda de calzado). Otro niño imaginará el nacimiento de pequeños árboles que crecen en el interior de las zapatillas, solución sin duda incómoda para el dueño del calzado, pero no menos creativa.

El binomio fantástico, como comprueba Rodari en su experiencia como maestro, da resultados sorprendentes y puede ser aplicado no sólo a palabras, sino también a conceptos. Llaman la atención los resultados que obtiene aplicándolo a historias clásicas. Si juntamos Caperucita Roja con helicóptero ¿cuál será el resultado?, se pregunta el maestro Rodari. ¿O si a Pinocho sumamos un barco del tesoro? El resultado, como podemos comprobar en las páginas del libro en el que registra los relatos de sus alumnos, serán nuevas y divertidas historias. “Sometidas a este tratamiento, hasta las imágenes más gastadas parecen revivir, retoñar, ofreciendo flores y frutos inesperados”, señala.

Al binomio fantástico se suman las “hipótesis fantásticas” y los “juegos con palabras”. Todas ellas son estrategias para invitar a los niños a entrar en libertad al mundo de la imaginación, que actuará como herramienta para conocer la propia realidad.

“La mesa y la silla, que para nosotros son objetos consumados y casi invisibles, de los que nos servimos automáticamente, son para el niño, en gran medida, materiales de una exploración ambigua y pluridimensional, en la que se dan la mano conocimiento y fabulación, experiencia y simbolización. Así, forma parte de su saber la noción de que abriendo el grifo se hace correr el agua: sin embargo, esto no le impide creer, dado el caso, que ‘del otro lado’ hay un señor que pone agua en el tubo para que ésta pueda salir del grifo”, leemos en su Gramática de la Fantasía.

La mente del niño aparece para Rodari libre del principio de contradicción. Su aproximación al mundo es científica pero a la vez animista. “Jugar con las cosas sirve para conocerlas mejor. Y no veo la utilidad de poner límites a la libertad del juego, que sería como negar su función formativa y cognoscitiva. La fantasía no es un lobo malo del cual haya que tener miedo, o un delito que haya que controlar con permanentes y pertinaces redadas. Me tocará a mi, de vez en cuando, advertir si el niño, en un momento determinado de su interés por las cosas, desea ‘informaciones sobre el grifo’ o si quiere ‘jugar con el grifo’ para obtener a su modo las informaciones que le sirven”, explica.

Los cuentos en que la fantasía se mueve entre lo real y lo imaginario aparecen así como un juego instructivo y hasta indispensable para dominar la realidad, que se presenta ante el niño llena de posibilidades. No es casual que Gianni Rodari y su conceptualización del mundo de la fantasía conserve hasta el día de hoy su vigencia en los círculos pedagógicos, donde su aporte ha sido llevado a la práctica por aquellos que creen en la actividad creadora, “no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.

Un lugar especial

Y si bien sus reflexiones en torno al uso de la fantasía como puerta de entrada al mundo cotidiano le han valido un lugar especial en el mundo de la enseñanza, no es menos importante el lugar que sus relatos ocupan hoy en el mundo de la literatura infantil.

Sus Cuentos por teléfono, Cuentos largos como sonrisa, Las aventuras de Cipollino, El libro de las retahílas, Cuentos escritos a máquina y Cuentos para jugar, son algunas de las obras que merecidamente le valdrían el Premio Andersen de Literatura Infantil y Juvenil.

En sus textos, llenos de frescura y humor, nos encontramos con un lenguaje personal donde los binomios fantásticos y los juegos de palabras se expresan en todo su potencial. De ahí que las editoriales de distintas líneas dediquen a este maestro de la fantasía un lugar especial dentro de sus colecciones.

Su obra literaria ha sido publicada tanto en ediciones de bolsillo como en grandes formatos, y en este sentido llama la atención por la calidad de las propuestas los álbumes ilustrados publicados por Ediciones SM y Kalandraka durante los últimos años.

Y es que, como señala Teresa Tellechea, editora, “en Ediciones SM pensamos que en un catálogo de literatura infantil no deben faltar nunca los álbumes ilustrados ni un autor como Gianni Rodari. Comenzamos el 2001 publicando Uno y Siete, ilustrado por Beatrice Alemagna, una ilustradora italiana enamorada desde su infancia de los cuentos de Rodari. En 2007 publicamos Jaime de Cristal y El camino que no iba a ninguna parte, ilustrados por Javier Aramburu y Xavier Salomó. Así comenzó nuestra colección de ilustrados de Gianni Rodari como proyecto editorial propio. El mismo año publicamos El paseo de un distraído, y en 2008 hemos publicado El hombre que compró la ciudad de Estocolmo, con ilustraciones de Javier Zabala. Nuestra idea es seguir publicando un título al año, seleccionando cuidadosamente los textos y el ilustrador más adecuado para cada uno de ellos”, señala la editora.

Xosé Ballesteros, editor de Kalandraka, también nos cuenta algo sobre su experiencia rodariana. “Hace años decidimos publicar en Kalandraka Gramática de la Fantasía porque consideramos que esta obra es fundamental para todos los que trabajamos pensando en los niños y las niñas. Como decía Gianni Rodari, para todos aquellos que confían en la creatividad infantil y saben del valor liberador que puede tener la palabra. Después se nos presentó la posibilidad de publicar en formato álbum algunos de los Cuentos por teléfono: Confundiendo historias e Inventando números, ilustrados por Alessandro Sanna. Lo hicimos, puesto que son propuestas muy interesantes: historias breves, imaginativas y cotidianas. Hacen participar activamente, en muchos casos al lector, y se materializan en ellas algunos ejercicios y sugerencias de la Gramática de la Fantasía”.

Como hemos podido ver, ya sea a través de su gramática o de su obra literaria, este maestro de la fantasía sigue llamando la atención y envolviendo a todos aquellos lectores interesados en abrir la puerta de la imaginación y ver los inesperados descubrimientos que se pueden encontrar del otro lado.

* Ilustración: cubierta del libro Confundiendo historias (Kalandraka), por Alessandro Sanna.

17 comentarios en “El maestro de la fantasía

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  6. 04/04/2011 a las 02:50

    es un artículo interesante que nos hace pensar sobre la literatura infantil: la fantasía

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