El diablo en Madrid

El diablo en MadridCarlos Fortea
Madrid: Anaya, 2012

El diablo en Madrid es un título, en cierto modo, engañoso; engañoso porque para Daniel, el protagonista fundamental, Lothar Keir, lejos de ser la personificación de un demonio no es sino uno de esos héroes que en los primeros años de la guerra, cuando las fuerzas del Eje contaban sus acciones por victorias, aparecían una vez sí y otra también en las revistas de propaganda patriótica alemana y, por extensión, española; uno de esos iconos que luchaban denodadamente contra las fuerzas del mal con la intención de salvar la civilización occidental –al menos esa era la propaganda oficial–. Pero el tiempo pasó, la guerra torció su rumbo, se perdió incluso y las primeras adhesiones inquebrantables del régimen fascista español se tornaron en situaciones muy incómodas a las que había que dar salida de la forma más discreta y desapasionada posible para no ofender en demasía a los aliados, que a la postre habían resultado vencedores.

La presencia de este héroe de la aviación nazi en la capital española se convierte en un extraño juego de intereses en los que el joven Daniel se ve envuelto a su pesar, puesto que hay grupos de incógnito que están dispuestos a cazarlo y a llevarlo ante la justicia internacional a cualquier precio, lo que incluye utilizarlo a él aún a sabiendas de que ignora a lo que se está enfrentado.

La novela tiene la extraordinaria capacidad de enganchar desde la primera página –frase hecha y muy habitual que no siempre responde a la realidad, pero que en este caso es totalmente comprobable– y obliga al lector a recorrer las tristes vidas de posguerra de gentes cuyo único afán es llegar al día siguiente y que no se plantean la moralidad de los métodos seguidos para conseguirlo, incluyendo en esta acepción a los pretendidamente buenos cazadores de nazis que no dudan en usar los medios más cuestionables en sus planes con tal de conseguir sus fines. Madrid se convierte en un excitante y sórdido campo de batalla en el que el mayor logro consiste en sobrevivir y demostrar que no siempre el mal resulta inmune.

Junto a estos hechos que se ajustan al hilo conductor de la obra, Carlos Fortea muestra la habilidad de mezclar pasiones personales allí donde no debieran haber existido: la imposible –por perjudicial para el operativo– relación de Víctor (Javier) Marzo con Alicia es un ejemplo, así como el incipiente amor adolescente de Daniel por la señorita Eva de quien sabe que esconde un secreto que la impide ser feliz y que el muchacho se esfuerza por desentrañar, son ejemplos de los distintos derroteros que puede tomar una historia de espionaje acaecida en los principios del franquismo más recalcitrante.

El resultado es una suerte de novela negra acaecida en los tiempos más duros de un nuevo régimen dividido entre su ideología real y el escepticismo derivado del futuro que se avecina, una novela negra que no deja indiferente a nadie y que, a buen seguro, ayudará a los estudiantes a conocer una etapa poco conocida de la Historia reciente de España. Solamente un pero quisiera ponerle a esta obra, y no es otro que reprochar al autor que no haya ahondado en las distintas intrahistorias que se tejen y destejen a lo largo del libro, porque como lector, confieso que me he quedado con ganas de saber más.

(Descargar primeras páginas en PDF)

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