El día que los crayones renunciaron

El día que los crayones renunciaronDrew Daywalt
Ilustraciones de Oliver Jeffers
Traducción de Susana Figueroa
México: Fondo de Cultura Económica, 2014

¿Cuáles son los colores más usados de una caja de colores? ¿Y esos que jamás se gastan? ¿Hay colores para niños… y para niñas? Ahora imagina, por un momento, que los crayones pudiesen hablar y expresar sus sentimientos: eso es justo lo que le ocurre con El día que los crayones renunciaron, un divertido y original álbum ilustrado que arranca con el pequeño Duncan y un manojo de cartas que sus colores le han dejado en la mochila. Están hartos de que les toque siempre el mismo rol en los dibujos.

La editorial mexicana Fondo de Cultura Económica nos trae el último álbum del australiano Oliver Jeffers, a quien conocemos por títulos como Arriba y abajo o Perdido y encontrado. En este álbum, sin embargo, cuenta con la colaboración del escritor estadounidense Drew Daywalt para el texto, y juntos forman una buena fusión donde es imposible decidirse por ninguno de los dos. El resultado es sobresaliente, y ha sido reconocido en la lista de los Mejores Libros Infantiles de 2013 de Amazon y la de la American Library Association. Tanta mención, junto con el boca a a boca, lo ha empujado hasta el primer puesto de la lista de los más vendidos del New York Times, hay una película en marcha y los autores preparan la segunda parte. ¿Y todo por un puñado de colores? Es más que eso.

En este curioso álbum “epistolar”, las páginas reproducen las cartas de los crayones, que uno a uno se dirigen a su dueño, el pequeño Duncan, para expresarle su malestar por el uso que hace de ellos. Nunca hasta ahora nos pudimos imaginar que el crayón rojo, por ejemplo, está agotado de pintar tantos Papá Noel, coches de bombero, corazones y un largo etcétera; que el crayón rosa se siente triste porque los niños lo toman por un color para niñas, cuando a él se le ocurrirían un montón de cosas interesantes que pintar; el crayón negro no soporta dibujar sólo los contornos, ¡como si él no fuese capaz de pintar un relleno!; y los crayones amarillo y naranja tienen una vieja disputa sobre qué color prefiere Duncan para pintar el sol, porque los dos están convencidos de ser el más idóneo; el resto de crayones de la caja de colores completan las otras cartas, cada cuál más reivindicativa y original.

El día que los crayones renunciaron (Drew Daywalt - Oliver Jeffers)

El texto de Daywalt rebosa creatividad y humor para el público infantil, que se puede sentir perfectamente identificado con el dueño de los crayones y reír con las ocurrencias de los personajes; pero sorprende también la capacidad para conectar y divertir al público adulto, con un humor más inteligente y maduro: un mismo chiste puede hacer reír a dos públicos distintos y por un motivo diferente. Que nadie se extrañe si pilla a un mayor leyendo el álbum a escondidas con una sonrisa en los labios.

El día que los crayones renunciaron combina los textos manuscritos de los crayones, llenos de personalidad, junto con los retratos de sus “dueños” y dibujos, que ofrecen una segunda lectura al texto y lo complementan. Jeffers también combina fotografía, un recurso que le da muy buen resultado. Tampoco podemos dejar de mencionar la traducción de Silvia Figueroa, quien ha sabido trasladar a nuestro idioma la espontaneidad y el humor del texto. El hecho de que este esté escrito a mano, al igual que en la versión original, no hace sino fusionar el trabajo de los dos autores hasta convertirlo en uno solo y sumergirnos más en la ficción.

Pero, además de todo lo mencionado, el libro es una invitación a la creatividad y a salirse de lo convencional, o lo que es lo mismo: pintar por fuera de la línea; en la imaginación no hay sitio para los contornos.

El día que los crayones renunciaron (Drew Daywalt - Oliver Jeffers)

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