Entre las Artes Plásticas, la acuarela a menudo es considerada técnica menor, de fácil realización y reducido prestigio; por otra parte, en el ámbito de las Letras, la literatura infantil goza de una limitada reputación y su difusión en los medios es escasa. En el álbum ilustrado, Acuarela y Literatura Infantil se escriben con mayúsculas y se dirigen a un público que no entiende de escalas ni clasificaciones, supera convencionalismos y desconoce intereses.
La versatilidad de la Acuarela (1) Tradicionalmente, las ventajas de la Acuarela han permitido que sus aplicaciones no se hayan limitado a las propias del mundo de las Bellas Artes, sino que -por el contrario- se hayan extendido a muchas otras: sus colores transparentes aportan atractivos juegos de luz, intensidad y brillo, su rapidez en el secado permite pintar en poco tiempo y obtener efectos inmediatos, la comodidad del transporte de sus accesorios facilita la pintura al aire libre y su reducido coste se adapta a las distintas economías. De este modo, la Acuarela ha sido el medio preferido para ilustrar manuscritos, realizar estudios botánicos, decorar biombos y sedas en Oriente, elaborar retratos en miniatura para medallones, informar y documentar sobre los nuevos mundos explorados, criticar la sociedad a través de imágenes satíricas, captar impresiones y recuerdos durante viajes turísticos antes de la aparición de la fotografía y diseñar muebles, tapicerías, artículos de metal, vidrio, joyería, tejidos o papeles decorativos para paredes. Actualmente, la Acuarela se emplea frecuentemente en las etapas preliminares de cualquier tipo de diseño de proyectos, desde croquis de arquitectura o decorados teatrales hasta la alta costura. Entre esta variedad de aplicaciones, la ilustración de libros infantiles evolucionó paralelamente a las técnicas de impresión y alcanzó su época dorada a finales del siglo XIX y principios del XX en Inglaterra. Desde entonces y hasta ahora, la Acuarela ha sido y es la técnica más usual en la Literatura Infantil, donde la imaginación del ilustrador es el instrumento que mueve el pincel y su destreza, la única limitación. La ilustración en la Literatura Infantil En el álbum ilustrado el contenido se transmite de manera conjunta a través del texto y las ilustraciones, las cuales ocupan páginas enteras y contienen información de manera secuencial. De acuerdo con sus peculiares características, ambos medios construyen la historia. Es decir, la ilustración no es un mero adorno del texto que reproduce lo que éste cuenta, sino que -con independencia comunicativa- comparte protagonismo argumental con aquél, pues, como reflexiona Alicia antes de entrar en su país de las maravillas: “¿para qué sirve un libro sin ilustraciones?” (Carroll, 1999: 11). Esta relevancia de la imagen en el libro infantil se verifica intensamente en los primeros años del niño, cuando -en acertada expresión de Luis Daniel González (1999: 37)- “leer es escuchar y mirar”. El niño conoce el cuento a través de la voz del adulto y de la imagen que corrobora, amplía o contradice la información del texto. M” Carmen Hidalgo Rodríguez (2001: 51-60) constata en un estudio sobre la ilustración infantil española actual que la Acuarela es “la reina de las técnicas en ilustración infantil”. Asimismo, señala la autora que “no sólo es el material más usado como técnica pura, sino también como técnica mixta, sobre todo combinada con los lápices de colores”; el acrílico, la témpera, la tinta china e incluso el collage son otros de los recursos empleados frecuentemente en combinación con la aguada. Desde los inicios de la ilustración, numerosos artistas de la Acuarela y de la Literatura Infantil han emocionado a niños y adultos con unas creaciones que combinan el arte de la palabra, el color… y la poesía. Actualmente la producción editorial es amplísima en cantidad y de muy variada calidad, junto a excelentes títulos se publican otros que no lo son tanto y la labor de selección resulta imprescindible. Incluidos en una extensa lista de ilustradores imposible de citar, Maurice Sendak y Beatrix Potter tuvieron la habilidad de iniciar un estilo que muchos otros han seguido y su obra es un referente obligado en la Literatura Infantil. Los monstruos de Maurice Sendak Desde que a los 23 años realizara el primer trabajo profesional para niños, el neoyorquino Maurice Sendak (1928) ha ilustrado más de 70 libros con historias propias o ajenas. En 1970 recibió la medalla de oro del prestigioso premio Hans Christian Andersen y es conocido como “el Picasso de los libros infantiles”. Suscitando grandes polémicas, su obra rompió con una visión de la infancia que idealizaba unos moldes establecidos e inició un enfoque trasgresor. En 1963 apareció la primera edición de Donde viven los monstruos, desde entonces las reediciones se suceden y el libro es considerado uno de los clásicos de la Literatura Infantil. Donde viven los monstruos cuenta la noche en que Max se disfraza de lobo y se dedica a hacer trastadas de todo tipo. Después de insultar a su madre, se va a la cama sin cenar. Su habitación se convierte en el mundo entero y en un barco viaja hasta donde viven los monstruos. Allí él es el más monstruo de todos hasta que se siente solo y tiene hambre, por lo que decide volver a su habitación donde la cena le está esperando todavía caliente. La excelente técnica narrativa del libro transmite el contenido conjuntamente a través del texto y de la imagen de manera imaginativa, emocionante y sugerente. Los recursos son sencillos y después de 39 años continúan sorprendiendo por su originalidad. Las frases largas se extienden a lo largo de varias páginas contradiciendo las directrices de la UNESCO en cuanto a la longitud de las oraciones. Las ilustraciones aumentan y disminuyen progresivamente de tamaño a medida que Max abandona la realidad, se adentra en su universo imaginativo y regresa a su habitación. La técnica mixta empleada combina la acuarela en los fondos con la tinta china en los contornos y el gouache en los detalles. El resultado es una obra que conecta con los intereses infantiles, pues como decía Sendak: “los niños siempre quieren la verdad, y nosotros los artistas, sólo podemos hacer eso, ofrecer a los niños esa pequeña cantidad de verdad que está en nuestras manos” (Añorga, P. y Alzola, N.: 72). La delicadeza de Beatrix Potter Beatrix Potter (1866-1943) tuvo una infancia solitaria entre la rigidez victoriana de Londres y las vacaciones familiares en Escocia. Desde pequeña dibujaba plantas y animales, desarrollando un gran sentido de la observación. Además de su interés por el arte, estudiaba botánica y disfrutaba dibujando setas, conejos y ratones. Ya adulta, regalaba cuentos ilustrados en forma de cartas a los niños que conocía y gracias al entusiasmo con que éstos eran recibidos, decidió publicarlos. Envió El cuento de Perico el conejo travieso a seis editores que la rechazaron, con lo que ella misma pagó 250 ejemplares. Se vendieron inmediatamente y dos años más tarde, en 1902, una editorial aceptó el libro. A partir de entonces escribió e ilustró un total de 24 cuentos protagonizados por animales domésticos. Su obra ha condicionado todos los relatos posteriores sobre animales que se comportan como humanos y sus personajes han pasado a formar parte del folclore inglés. Entre los autores influidos directamente por su estilo, Jill Barklem ha reproducido el encanto del conejo Perico, la oca Carlota, el gato Tomás o la ardilla Nogalina en los ratones del Seto de las Zarzas. Siempre participó en el diseño de sus libros e insistió en que se publicasen en pequeño tamaño, adaptable a las manos de los niños y al bolsillo de los padres. El éxito de la obra de Beatrix Potter no sólo radica en la delicadeza de sus famosas acuarelas, sino en el lenguaje empleado en las narraciones. La autora evitaba el uso continuado de diminutivos y simplificaciones estilísticas, comunes en los relatos infantiles. Muy al contrario, incluía deliberadamente en cada cuento una palabra difícil, al menos, pues pensaba que los niños necesitan y desean aprender cosas nuevas. Alison Lurie (1998: 107) señala que uno de los atractivos de estos libros es retratar el mundo desde el punto de vista de un niño: “en sus ilustraciones, una hoja de col, la disposición del musgo sobre un tocón de árbol, una taza de porcelana pintada o una bobina de hilo rojo se ven con la claridad de detalle que psicológicamente sólo es posible para muchos de nosotros en la primera infancia”. Actualmente el universo de la señora Potter está presente no sólo en sus libros, sino en objetos de todo tipo: desde ropa infantil hasta papel para paredes. Beatrix Potter dominaba la acuarela con elegancia, reproducía sus personajes con detalle, contaba sus historias con humor, combinando realismo con fantasía y compartiendo su amor por la naturaleza. Conclusión La Acuarela y la Literatura Infantil, consideradas de menor rango en sus respectivas familias artísticas, se hermanan en el álbum ilustrado produciendo unas obras cuya belleza entusiasma a un público de cualquier edad. Notas: (1) Información extraída del libro de la historia de la acuarela de Michael Clarke. Bibliografía: AÑORGA, P. y ALZOLA, N.: 14 autores. Eskoriatza, Mondragon Unibertsitatea. |
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Rocío Gil Álvarez
Formadora especializada en Literatura Infantil |
Me mueve esta tierna invitación a visitar los espacios íntimos de sensibilidad en el arte y la quietud infantil. Quienes hemos conocido a los niños, a nuestro lado y en nuestro interior sabemos de esa tierna condición de reserva y candor que rescata el cuento comunic¡ndonos con un mundo de quietud y sutileza que tan bien interpreta esta gentil técnica.