Gabriela Keselman
Ilustraciones de Noemí Villamuza.
Kókinos, 2002
Este álbum ilustrado podría haber pasado a engrosar el extenso grupo de historias que abordan el tema de los miedos nocturnos y que, de un tiempo a esta parte, se han convertido en recurrentes en la literatura infantil. El libro ofrece, sin embargo, dos aportaciones que hacen muy destacable esta historia: una ilustración notable y un sentido del humor del que participan el texto y las imágenes que lo acompañan.
El libro presenta una estructura circular que va “in crescendo” lo que permite al lector mantener una cierta tensión hasta el previsible desenlace final. Partiendo de la explicación de la frase que da título al libro: “de verdad que no podía”, y terminando con la misma frase pero con un nuevo sentido, se desarrollan cinco escenas idénticas en su formulación sintáctica lo que se convierte casi en una retahíla. Por cinco veces el protagonista de la historia, que es un niño que se va a la cama, llama a su mamá porque algo le asusta y no puede dormir. Por cinco veces, la madre idea unas locas y absurdas soluciones que pretenden conseguir que el pequeño concilie el sueño. Si los miedos resultan inverosímiles, pero a la vez muy infantiles, las propuestas de la madre resultan cómicas y exageradas y contribuyen a ofrecer al lector adulto un guiño con el que empatiza.
Cuando el niño ya no sea capaz de individualizar sus temores sino que diga “tengo miedo de todo” la solución final llegará con la presencia de la madre a los pies de la cama.
Noemí Villamuza dotará de forma las locas soluciones de la madre, a través de una ilustración contundente, remarcada por líneas negras, y rica en volúmenes. Si bien la gama cromática se limita a una paleta corta de tonos oscuros y nocturnos, aporta un juego de perspectivas propias de la cinematografía que va desde primeros planos, contrapicados y planos americanos que enriquecen de una manera notable el texto. Vemos a la madre entrando y saliendo de la habitación, moviendo objetos y buscando con rápidos movimientos ese alivio para los miedos de su hijo.
Como ya hemos señalado, el texto ofrece a través del humor, varias posibilidades de lectura, desde una más ingenua dirigida a los primeros lectores, a otras más irónicas para un lector más avezado tanto literariamente, como experimentado en las vivencias que aquí se reflejan. A través del humor se trasciende la gravedad del tema de los miedos nocturnos y se consigue en este álbum con un texto literario nada estereotipado y con unas magníficas ilustraciones que le dan vuelo y originalidad.